lunes, 16 de junio de 2014

Historia, a trompicones, de una abdicación


   Desde el 2 de junio estamos todos (me refiero, sobre todo, a mis colegas protocolistas) en vilo por saber qué, cómo, cuándo, dónde pasará todo lo relacionado con la abdicación de S.M. Juan Carlos I y la proclamación de S.A.R el Príncipe de Asturias como nuevo Rey de España. 


   Y tan ansiosos estamos que faltamos mucho a la prudencia y al rigor que tanto deben caracterizar nuestra profesión. Y, si se me permite decirlo, lo hacemos sin necesidad: sólo por el ansia de "dar la exclusiva". Porque una cosa es opinar sobre lo que está pasando, y otra aventurarse a soltar datos sin orden ni concierto sobre cosas por pasar y que interesan a aspectos tan importantes de una institución que merece un título propio en nuestra Carta Magna. Pero el propio devenir de los acontecimientos es revelador, por suerte, y va dejando las cosas claras, de un modo más o menos satisfactorio según nuestro modo de ver, pero por lo menos quedan claras. Y se ha visto cuán errados estábamos con algunas conjeturas o informaciones. Y es que nos habíamos olvidado (y seguiremos haciéndolo, seguramente, dada la trascendencia del momento, que nos lleva a convertirnos en guionistas que nada tienen que envidiar a los más galardonados de Hollywood) de un proverbio incontestable y que tan necesario es cuando la excitación general es tanta: "La paciencia es la madre de la ciencia".


Mensaje de abdicación de S.M. el Rey Juan Carlos.
En las fotografías que lo acompañaron, la imagen del futuro y la del recuerdo dinástico.

   Dicho esto, y tras haber esperado a tener normativa concreta al respecto, con los datos ya sobre la mesa, procedo a dar mi humilde opinión sobre los mismos:


- Mensaje del Rey. Se ha criticado al Rey por no transmitir emoción durante su anuncio de la abdicación por televisión. No sé qué pretendía la gente. Quizás estamos acostumbrados a ver deportistas que lloran cuando anuncian su retirada definitva, pero... es que aquí estamos hablando de un Jefe de Estado que se ha criado y educado para serlo. Agradezco mucho la actitud del Rey: diciendo muchísimo en tan poco, hablando serenamente, transmitiendo firmeza en su decisión, haciendo memoria obligada de su padre y su esposa, y contagiando tranquilidad ante el cambio que se avecina. Impecables las dos fotografías y su colocación. El único fallo, el de siempre: absolutamente innecesaria la bandera de la Unión Europea. 


- Ley Orgánica sobre la abdicación. La abdicación es decisión personalísima del Rey y por tanto efectiva simplemente en virtud de la voluntad de abdicar de éste, aunque por imperativo constitucional es necesario que una Ley Orgánica la regule. Entiendo que es por criterio de seguridad jurídica, para saber exactamente el momento en que el padre deja de ser Rey y lo es ya el hijo. Por eso tampoco era necesario que la Ley Orgánica entrase a modificar normas que hoy día tienen rango reglamentario, ni siquiera legal, como las que rigen las precedencias (R.D. 2099/1983) y los tratamientos de la Familia Real (R.D. 1368/1987), que se modifican fácilmente por el Gobierno, como así ha sido.

Imagen de la proclamación de D. Juan Carlos donde se ve la ubicación de la Familia Real



- Título y tratamiento de los actuales Reyes. Se llegó a decir que pasarían a tener tratamiento de Alteza Real y título de Condes de Barcelona, aplicando por analogía lo sucedido con D.Juan y Dª María de las Mercedes. Diferencia notable: aunque a mí me encante que a D.Juan se le llame Juan III, la realidad histórica es que no abdicó (porque sólo abdica quien detenta la corona), sino que renunció a sus derechos dinásticos heredados de su padre S.M. Alfonso XIII en favor de su hijo Juan Carlos, pero sin haber sido nunca Rey. Así pues, la decisión final de que D. Juan Carlos y Dª Sofía sigan siendo Reyes con tratamiento de Majestad es la única opción posible. Cualquier otra habría sido injusta, sobre todo, para la Reina, que, de haber quedado viuda, seguiría siendo S.M. la Reina Sofía hasta su muerte o segundas nupcias. No habría sido coherente que la decisión de su marido la llevara a ella a perder ese privilegio.



- Honores a los actuales Reyes. SS.MM. D. Juan Carlos y Dª Sofía tendrán derecho a los mismos honores que la heredera a la Corona (arma presentada, himno en versión breve, 19 cañonazos de salvas y cinco voces de "Viva España"). Muchos se han llevado las manos a la cabeza, y no entiendo por qué. Hay que distinguir: aunque sean Reyes, ya no ostentan funciones constitucionales, no ejercen la Jefatura del Estado, y ello ha de verse reflejado en los honores militares. Así, sólo queda con honores de himno en versión larga, 21 cañonazos de salvas y siete voces de "Viva España" el Rey, el Jefe del Estado.

SS.MM. sobre estrado de honores, durante el último día de la Fuerzas Armadas.
Fue el último acto de D. Juan Carlos como Jefe de los tres Ejércitos.



- Precedencia de los actuales Reyes. Se estipula que su ubicación será inmediatamente posterior a la de los descendientes del nuevo Rey Felipe. Encuentro que es un error de bulto. Si atendemos a los honores militares y al tratamiento de Majestad, deberían ir ubicados justo antes o después de Dª Leonor, la nueva Princesa de Asturias, pero no después de la Infanta Dª Sofía (que recibe menores honores y tiene tratamiento de Alteza Real). Incluso en Holanda, donde la antigua Reina Beatriz pasó a ser princesa (no mantuvo el título y honores de reina), la abuela se sitúa por detrás de su nieta heredera al trono, pero por delante de las otras hermanas de ésta. Así pues, en el caso que se ha regulado en España, me parece una incoherencia tremenda o, como decimos vehemente y elocuentemente en mi tierra, "unha trapallada".


- Proclamación ante las Cortes. No es entronización, no es coronación, no es investidura. Aunque el Rey Felipe sea proclamado como tal ante las Cortes Generales en la mañana del jueves 19, él habrá sido ya Rey desde la medianoche, puesto que tal proclamación no es constitutiva ni perfeccionadora, sino meramente formal. Él es Rey desde que su padre abdica, y dicha abdicación entra en vigor un minuto después de las 23:59 horas del día 18. Tomando la frase de Cánovas del Castillo que tan bien recoge mi querida Dolores del Mar Sánchez en su fenomenal artículo, "El Rey no jura para serlo, sino por serlo". 

Beatriz de Holanda, después de su nieta mayor en precedencia,
pero antes que las nietas menores.



- Ausencia del Rey Juan Carlos en la ceremonia de proclamación. El Rey no asistirá para dejar todo el protagonismo a su hijo. Es discutible. Tenemos el ejemplo de Bélgica, donde el Rey Alberto sí estuvo presente en la jura de su hijo Felipe, y no le robó protagonismo, aun conservando el título de Rey y el tratamiento de Majestad, como será el caso de España. Pienso más bien en un homenaje privado de Juan Carlos a su padre, o incluso en que está harto ya de aparecer en grandes actos de Estado con las muletas. A mi modo de ver, siendo honestos, también influye el hecho de que en Bélgica (y en Holanda) el rey saliente firmó el acta de abdicación el mismo día que la investidura, mientras que aquí el Rey Juan Carlos ha cumplido ya la víspera, por así decirlo. 

- Etiqueta. Se supone que el chaqué será optativo para los miembros de las Cortes, porque hay quien ha protestado. Aunque me entristece que no se sepa estar a la altura de las circunstancias, sin embargo he asumido que las formas se pierden (si no están perdidas del todo ya) y que la solemnidad y la dignidad no están bien vistas. Creo que el asistir a un cambio en la Jefatura del Estado merece una indumentaria acorde, pero será cosa mía... no sé.


Jura de la Constitución por S.A.R el Príncipe de Asturias, a su mayoría de edad.
Todos los presentes, de chaqué. 



- Jura de la Constitución. Se compara con la proclamación de D. Juan Carlos hace casi 40 años, y se encuentran diferencias lógicas. No habrá simbología religiosa, porque esta vez la proclamación tiene lugar con una Constitución en vigor que declara la aconfesionalidad del Estado. Sin embargo, el Rey es también Capitán General de los tres Ejércitos, y ello ha de verse reflejado. Se dice que si el Rey jura vestido de militar será un error, y a mí me parece lo contrario: como cargo supremo de las Fuerzas Armadas está jurando acatamiento a la Constitución y al ordenamiento jurídico, de tal modo que todos sus subordinados quedan obligados también a ello en virtud del deber de disciplina.

   En general, encuentro un barullo mental en la prensa y los comentaristas, que confunden una abdicación y una proclamación con un espectáculo de varietés, y se paran más en el detallito, en la cursilada, en la "amarrosada", que en el acto general de sucesión de la corona. Un Rey abdica, y el Príncipe heredero asume la Corona y, con ella, la Jefatura del Estado y las atribuciones constitucionales que de ella derivan. Ni más, ni menos.






   Como siempre, en el medio está la virtud.



Imágenes de GoogleImages 





2 comentarios:

  1. Impresionante artículo!!!! Inteligente, detallado, instructivo...

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    1. ¡Muchas gracias! Me alegro de que le haya gustado, de veras.
      Un saludo

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