lunes, 22 de julio de 2013

Vive le Koning!


   Por tercera vez este año, ha habido una abdicación real. Su Majestad Alberto II de los belgas ha cedido el trono a su hijo Felipe, y Su Majestad Paola ha sido sucedida como consorte por su nuera Matilde. Se podría resumir el compendio de ceremonias de ayer con tres palabras: emotividad, sencillez y agradecimiento. No en vano, se celebraban el Día Nacional de Bélgica y los veinte años de reinado del rey Alberto, y estas circunstancias se vieron indefectiblemente reflejadas en las distintas actuaciones de los monarcas entrantes y salientes, y demás Familia Real.

Interior de la Catedral Saints-Michel et Gudule



   Para empezar, la tradicional celebración del "Te Deum" en la Catedral de Saints-Michel et Gudule, en el corazón de Bruselas. A las 9 de la mañana se iniciaba el cortejo en el interior del templo, entre aplausos a la pareja real formada por Alberto y Fabiola. A medida que, siguiendo a Monseñor André-Joseph Léonard, iban llegando a pie de altar, cada uno de los miembros de la Familia Real belga hacía tres inclinaciones de cabeza para saludar, por este orden, al tabernáculo, a las autoridades políticas y judiciales ubicadas en el lado de la Epístola, y a los asistentes que ocupaban la nave central. Igual rito se siguió al terminar la ceremonia y abandonar la Catedral. El orden de entrada a la misma fue: los Reyes Alberto y Paola, la Reina Fabiola, los Príncipes Felipe y Matilde, los Príncipes Astrid y Lorenzo y los Príncipes Lorenzo y Clara.

Saludo tradicional en tres momentos.


   Ellos, de uniforme y llevando la banda púrpura de la Orden de Leopoldo, la de mayor distinción del país, fundada por el primer rey de Bélgica, Leopoldo I. La única excepción, el marido de la Princesa Astrid, que iba de traje azul marino y, lógicamente, sin condecoraciones. Ellas, correctísimas y elegantes, de traje corto y sombrero o tocado, salvo la Reina Fabiola quien, no obstante, fue fiel a la gama de violetas, color que tanto caracteriza a la Familia Real belga. Mientras el Príncipe Felipe llevaba uniforme de Teniente-General del Ejército de Aire, Su Majestad Alberto II llevaba el de Almirante de la Marina.

La Familia Real, durante el "Te Deum"

   Monseñor dedicó unas emotivas palabras de agradecimiento a Alberto y Fabiola, que se emocionó, y, tras los cánticos tradicionales -uno de ellos, una pieza medieval maravillosamente interpretada por el coro- y las preces por el monarca a la sazón y su sucesor, impartió la bendición y sonaron los himnos de la Unión Europea, la Novena Sinfonía de Beethoven, y el de Bélgica, "La Brabançonne". Ambos fueron interpretados a lo largo de la jornada en reiteradas ocasiones, dada la especial vinculación de Bruselas y Bélgica con la Unión Europea, y por el carácter oficial de las ceremonias que tuvieron lugar.

Sala del Trono en el Palacio Real, a la espera de la abdicación de Alberto II.

   A la salida, último acercamiento y saludo de Alberto y Paola como Reyes de los belgas, y último también de Felipe y Matilde como príncipes de Bélgica, a los ciudadanos congregados ante la Catedral. Acto seguido, en caravana oficial hacia el Palacio Real, en cuya Sala del Trono tendría lugar la abdicación de Alberto II, a las 10:30. La mesa presidencial estaba compuesta por el Rey Alberto, el Príncipe Felipe, el Primer Ministro belga y la Ministra de Justicia. El acto comenzó con un discurso de Alberto agradeciendo a su mujer su apoyo, y pidiendo a su hijo un buen ejercicio de sus atribuciones reales. Al volver a su sitio, su hijo lo recibió en pie y le dio un entrañable abrazo. 

Momento de la firma del acta de abdicación por S.M. Alberto,
y atril donde fue firmada por los testigos


   Tras las palabras del Primer Ministro, también centradas en el agradecimiento a los Reyes por su labor durante esos veinte años de reinado, llegó el momento jurídico de la lectura del acta de abdicación por parte de la Ministra de Justicia, que ejercía de fedataria del solemne momento. Alberto firmó dos originales de dicha acta, y luego los testigos, autoridades de los poderes legislativo y judicial, principalmente, rubricaron también su refrendo y testimonio, ratificándose así la abdicación. En ese momento, se entró en un período de interregno, en tanto que Felipe no sería Rey hasta que no hubiese prestado juramento, y Alberto había dejado de ser Rey de los belgas para ser simplemente Rey de Bélgica. Así pues, había un rey y dos reinas, pero nadie reinando. 

Trono para la prestación del juramento por parte del, hasta ese momento, Príncipe Felipe.


   Antes del mediodía, mientras los Príncipes Felipe y Matilde se dirigían hacia allí en coche descapotable con matrícula "1", los Presidentes del Parlamento Federal de Bélgica anunciaron la ceremonia que tendría lugar en el hemiciclo de la Cámara, y las consecuencias legales que tendría, así como la legislación aplicable a la abdicación que había tenido lugar y al juramento que estaba a punto de ser prestado. El trono estaba preparado sobre una tarima en el centro del hemiciclo. A la derecha, una fila especial de asientos fue ocupada por los hijos de Felipe y Matilde, por los Reyes Alberto, Paola y Fabiola y la Princesa Matilde, y por los hermanos y cuñados del Príncipe Felipe. A la entrada de Alberto y Paola, aplausos larguísimos que se repitieron cuando accedió a la estancia el Príncipe Felipe, ataviado para la ocasión con uniforme de General del Ejército de Tierra, como se desprendía de las cuatro estrellas que llevaba en las divisas. Como nota curiosa, Felipe fue anunciado al entrar como "Le Roi", dado que poco tardaría en serlo.

Prestación de juramento de Alberto II (1993) y Felipe (2013).


   Tras las palabras de bienvenida del Presidente de la Cámara, S.A.R. Felipe Príncipe de Bélgica y Duque de Brabante prestó juramento en los tres idiomas oficiales de Bélgica, convirtiéndose así en S.M. Felipe Rey de los belgas, a su mujer en S.M. Matilde Reina de los belgas, y a su primogénita en S.A.R. Elisabeth Princesa de Bélgica, Duquesa de Brabante y heredera al trono. Las palabras de agradecimiento que dirigió el nuevo Rey a su esposa y padres, y que terminó con un "Viva Bélgica" en cada uno de los idiomas de su país, fueron recibidas con aplausos y respondidas brevemente por la Presidente del Senado belga. Acto seguido, el Rey abandonó el hemiciclo escoltado por los Presidentes del Parlamento Federal y firmó, junto a su esposa, en el Libro de Honor de las cortes belgas. A estas alturas, hay ya dos reyes y tres reinas en Bélgica, y se ha gritado "Vive le Roi" por séptima vez para celebrar una prestación de juramento de un nuevo monarca. 

Los Reyes de los belgas, junto a los Reyes de Bélgica.


   Las salvas acompañaron a los recién estrenados Reyes en su trayecto en caravana desde la Cámara hasta el palacio. Una vez llegados de nuevo al Palacio Real, los nuevos monarcas salieron a saludar a los ciudadanos congregados en la Place des Palais. A ellos se unieron sus predecesores Alberto y Fabiola, quienes abandonaron el balcón para dejar paso a los hijos de los Reyes, los Príncipes Elisabeth, Gabriel, Emmanuel y Eléonore. Por último, se sumaron nuevamente los reyes Paola y Alberto, acompañados esta vez por Fabiola, y en el balcón de al lado, los hermanos del Rey y sus cónyuges: Astrid y Lorenzo, Lorenzo y Clara.

Dos reyes, tres reinas consortes, una princesa-duquesa, y tres príncipes


   A las 14:10 tuvo lugar el Homenaje al Soldado Desconocido, tradición del Día Nacional belga que supuso el primer acto oficial de Felipe como Rey, y que podría decirse que le sirvió de investidura como Jefe de las Fuerzas Armadas de Bélgica. Al pie de la Columna del Congreso, Su Majestad saludó a la tumba y avivó la llama que arde permanentemente en el pebetero. Para terminar, el himno belga y saludo de despedida.

Saludo solemne al Soldado Desconocido, durante el himno de Bélgica.

   El siguiente acto, que también realizó Su Majestad Felipe en solitario, fue la revista a las tropas civiles y militares, a partir de las 16:05. El Rey subió a un jeep desde el que fue recorriendo en pie la calle de Bruselas a cuyo costado se ubicaban los vehículos y miembros de las distintas unidades civiles (bomberos, protección civil, policía, ...) y militares, que saludaban al paso del monarca. Mientras, los invitados y autoridades iban ocupando su puesto en la tribuna montada en la Place des Palais para presenciar el desfile que tendría lugar a partir de las 17:00. En el punto donde terminó la revista a las tropas, S.M. Matilde aguardaba a su marido acompañada del "bourgmestre" (alcalde) de Bruselas y a la llegada de aquél, ambos subieron en el coche descapotable y se dirigieron a la tribuna, mientras que hacían lo propio, saliendo del Palacio Real, Paola y Alberto junto a sus nietos.

Tribuna para presencia el desfile, frente al Palacio Real.


   La Familia Real ocupó sus puestos en dicha tribuna, desde la que S.M Felipe presenció todo el desfile en pie. Los demás, sólo se pusieron en pie al paso de determinadas unidades como el Cuerpo de la Guardia Real, que celebraba sus veinte de existencia ayer también. El desfile fue el primer acto oficial presidido por los Reyes Felipe y Matilde. Además de la tradicional bandera hecha en el cielo con el humo de los aviones del ejército, la nota original del desfile, el cual terminó con todos en pie escuchando los himnos de Europa y Bélgica, la pusieron los perros que formaban parte de algunas unidades de rescate o de policía, y los vehículos antiguos de policía o sanitarios y Cruz Roja. La representación española, aparte de en la Reina Fabiola, recayó en una bandera de España que portaba un soldado del destacamento Eurocorps.

Vehículos antiguos del servicio de salud belga.

   A las 19:30, primer contacto de los Reyes de los belgas con el pueblo, en el Parque de Bruselas, disfrutando de los espectáculos y atracciones para celebrar la fiesta nacional. Sus Majestades se cambiaron de ropa, él por segunda vez, y llevaban un traje oscuro y un vestido en tonos fucsias y violetas, respectivamente. Ya sólo restaba el espectáculo de fuegos artificiales para poner el broche final a la larga e histórica jornada.

Los Reyes saludan desde el balcón antes de que dé comienzo el espectáculo pirotécnico


   Sobre las 22:20 de la noche, el balcón del Palacio Real se iluminó e hicieron aparación los Reyes, esta vez la Reina con vestido blanco estampado en azul. Felipe dirigió palabras de agradecimiento a su pueblo, dio otra vez el grito "Viva Bélgica" en los tres idiomas, y se retiraron a ocupar su puesto en la Place des Palais, junto con el resto de invitados, para presenciar el espectáculo de imágenes y pirotecnia. Todas las sillas eran de color grana, salvo dos, blancas, obviamente destinadas a Sus Majestades. 

Las dos últimas proyecciones sobre la fachada: despedida agradecida y bienvenida jubilosa.

   Los fuegos de artificio y el juego de imágenes fue espectacular, y la selección musical, aunque sorprendente en un par de ocasiones, fue la tradicional en espectáculos de este tipo y, de hecho, sonaron el "O Fortuna-Carl Orff" del "Carmina Burana" y "La Cabalgata de las Walkirias" de Wagner, piezas casi obligatorias en estas ocasiones. El final del espectáculo llegó con la proyección de dos imágenes muy emotivas: una tarta de cumpeaños con un 20 por velas y el mensaje (escrito en los tres idiomas oficiales) "Gracias, Señor" dedicado a Alberto II, y una foto de los Reyes Felipe y Matilde bajo la leyenda "Viva el Rey" (igualmente en los tres idiomas).

   Creo que no hay mejor modo de terminar este resumen de los actos de este día tan importante para Bñegica que con la frase dedicada por Alberto II a su esposa Paola durante su discurso previo a abdicar: "Merci... et un gros kiss"


Imágenes de Monarchie.be y de RTBF