lunes, 10 de junio de 2013

La princesa y el banquero

   Este sábado 8 de junio tuvo lugar, a las 16:00 horas, en Estocolmo, el enlace de H.K.H. (siglas que significan "Hennes Kungliga Höghet", es decir, Su Alteza Real la princesa) Madeleine de Suecia con Mr. Christopher O'Neill, de nacionalidad americana. Pese a que por este matrimonio él pasaría a ser Príncipe y recibir tratamiento de Alteza Real, Mr. O'Neill ha optado por no ostentar este título, cuyas responsabilidades conexas interferirían en su trabajo.


   La víspera tuvo lugar la tradicional cena de bienvenida a los invitados a la boda, en el Grand Hotel de Estocolmo, ofrecida por "Deras Majestäter" (Sus Majestades los Reyes de Suecia). La etiqueta, como es habitual, consistió en esmóquin para caballeros y traje largo para señoras, sin tiaras ni condecoraciones.

Interior de la capilla del Palacio Real, y los regios asistentes.

   Al día siguiente, a partir de las 15:00 horas, los invitados empezaron a acceder a la capilla del Palacio Real, donde tuvo lugar el enlace celebrado según el rito luterano, oficiado por el Capellán Superior de la Corte Real, Reverendísimo Sr. Lars-Göran Lönnermark. Las invitadas (y ellos también), dejando ver el calor que reinaba en la capilla, se abanicaban con los misales... en vez de con abanicos, dado que no los llevaban. Me parece incomprensible que así haya sido, pero así fue.

Estocolmo, de fiesta.
   Las campanas empezaron a redoblar indicando lo imminente de la ceremonia, puesto que sólo restaba la presencia de los contrayentes. El novio,  como es lógico, fue el primero en entrar en la capilla, acompañado del padrino. Acto seguido, los niños que cantaron la pieza de entrada se fueron colocando a ambos lados del pasillo portando dos largas guirnaldas florales. Y a las 16:02 hicieron su entrada la novia, ataviada con un vestido nupcial obra del diseñador Valentino, y su padre el Rey Carlos Gustavo.


   Finalmente, la Princesa Madeleine no llevó la tiara de los camafeos, tradicional en los enlaces de la familia real sueca, como en el caso de su madre y su hermana. Encuentro que, teniendo una sobrina que además la adelanta en la línea de sucesión al trono, ha sido un bonito gesto dejar esa prerrogativa de lucir la Tiara de los Camafeos a la Princesa Estelle. Aunque quizás se ha debido a un criterio estético o de cualquier otra índole, más allá de estas cinjeturas. Sin duda, elegantísimo el peinado, aunque la guirnaldita floral que llevaba ante la tiara no me convenció, por catalogarla como un aderezo innecesario.

Altar y actuación de Marie Fredriksson.

  El novio, emocionado al borde de la lágrima durante los momentos iniciales de la ceremonia que se ofició en inglés, se fue relajando paulatinamente. La cantante de Roxette, Marie Fredriksson, amiga personal de la familia real, interpretó un canto para los novios. Posteriormente, la hermana de la novia y heredera al trono sueco, hizo la lectura en su idioma natal (aunque luego fue leída en inglés por la hermana del novio) mientras guardaba la compostura y aguantaba las ganas de reír cuando su hija protestó porque se había ido lejos de ella. Tras eso, y habiendo respondido a las prestación de consentimiento al matrimonio con sendos "I will" él y "Ja" ella (es decir, el preceptivo "Sí, quiero"), pronunciaron sus votos e intercambiaron los anillos. El cantante  Peter Jöback interpretó la balada "The first time ever I saw your face", y después el Capellán dirigió unas palabras a los novios, de las que destaco esta frase: "Preguntaos cada mañana: ¿Qué puedo hacer hoy por Madeleine? ¿Qué puedo hacer hoy por Christopher?"

Escalinata que lleva a la capilla y que los novios fueron los primeros en bajar tras la boda.

   Terminada la ceremonia, los recién casados salieron a saludar al pueblo de Suecia congregado ante el Palacio Real, y allí se dieron el esperado beso, mientras 25 salvas eran disparadas por el ejército sueco para celebrar el enlace, cuya duración no completó ni una hora. Lo bueno si breve...

La pareja iniciando su trayecto en carroza, y saludando a los ciudadanos presentes.

   Mientras los invitados, con los príncipes herederos daneses y Charlene de Mónaco en cabeza, abandonaban la capilla, todo se ultimaba para el viaje en carruaje real por un breve trayecto que la pareja recorrería desde el Palacio Real hasta Riddarholmen (Islote de los Caballeros, en sueco), en cuya iglesia  están enterrados los monarcas suecos.

  Los invitados empezaron a llegar ya a Riddarholmen, para embarcar ya en tres yates que los llevarían hasta Dottningholm, el palacio donde tendría lugar la cena ofrecida por los reyes para agasajarlos. Y en ese momento, comenzó el trayecto en carruaje, después de que la reina y resto de invitados reales se despidieran transitoriamente de la pareja. Tras el carruaje, viajó la caravana de seguridad con los Reyes de Suecia, los príncipes herederos, y demás miembros de la Familias Reales.

Los dos recorridos: en carruaje y en yate.

  Una vez llegados al embarcadero del islote, mientras embarcaban los novios la banda ejecutó la pieza "Love is in the air". El yate que trasladó por los canales a los novios, sus familias y los más ilustres invitados hasta Dottningholm se llamaba "Estocolmo". Muy apropiado. A estas alturas, ya el primero de los otros dos barcos con invitados estaba atracando en el embarcadero frente al Palacio de Dottningholm. A medida que desembarcaban, los invitados se iban colocando en la escalinata principal del palacio de Dottningholm, a la espera de hacer la foto de familia con los novios, tras lo cual, una vez llegado el último de los navíos y habiéndo recibido a los novios e inmortalizado el momento, entraron a disfrutar de la cena. 

Una banda de música tradicional precedió a los novios en su salida de la capilla,
y actores vestidos de época los recibieron ante el Palacio de Dottninghlom.

   La etiqueta para este día, frente a la de la noche previa, consistía en frac o uniforme de gala para ellos y vestido largo con tiara para ellas. En ambos casos, podían llevarse condecoraciones. A este respecto, era muy fácil distinguir a los miembros de la dinastía Bernadotte, porque llevaban bandas celestes, correspondientes a la sueca Orden de los Serafines. El Conde de Essex, el príncipe Eduardo, llevaba la banda perfectamente colocada: sujeta bajo la axila, no sobre el hombro. Sin embargo, las princesas Mette-Marit de Noruega y Mary de Dinamarca llevaban una gasa muy elegante pero que tapaba la banda de sus Grandes Cruces. Hubo invitadas que fueron de traje corto y tocado, pero como contrapunto positivo, los fotógrafos y perioditas que cubrieron el evento iban de traje. 

Dos instáneas: una solos ante el Palacio Real, recién casados, y otra
de familia ante el Palacio de Dottningholm, antes de comenzar la cena. 

   En definitiva, no se trató de un enlace real de máxima relevancia y pompa, en tanto que benjamina y no heredera al trono, pero fue una ocaisón perfecta para disfrutar de una ceremonia bien ejecutada (gustos aparte), y sobre todo, bien coordinada en cuanto a los desplazamientos para evitar aglomeraciones de invitados en el último momento.

   Como siempre, en el medio está la virtud.
Imágenes de la SVT