jueves, 30 de mayo de 2013

La gentileza heráldica de un monarca

   Hoy es 30 de mayo, festividad de San Fernando III, rey de Castilla y de León. Pero este soberano no fue sólo relevante a los ojos de la Iglesia por su conducta piadosa y fervorosa. Fue, según el juicio de la Historia, un muy buen rey. Incluso sus enemigos reconocieron su valía y lloraron su muerte, llegando incluso a acudir al sepelio una representación de los reinos moros que estaban en pugna por los territorios del sur de la península.

Sepulcro de Fernando III en la Catedral de Sevilla

   Pero lo que nos importa en este momento de este personaje es su aportación a la heráldica, en tanto que inventor del escudo cuartelado. Tradicionalmente, los reinos llevan las armas de su rey, y así cumplió también Fernando esta costumbre, tras heredar el trono de su madre, la reina Berenguela I de Castilla, en 1217, al que se unió en 1230, tras la muerte de su padre Alfonso IX, el de León. 





Escudo partido               Escudo cortado

Las partes coloreadas 
son las de mayor rango





   Como apunte meramente genealógico, diremos que su abuela materna fue Leonor de Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra. La hermana de su madre era Blanca de Castilla, reina consorte de Francia y madre de Luis IX, igualmente canonizado, como su primo hermano. Y por supuesto, no se puede olvidar que su hijo y sucesor fue el rey Alfonso X el Sabio.

Representación de Alfonso X el Sabio, ataviado con las armas de sus reinos

   A la hora de convertirse en rey de Castilla y posteriormente de León, la opción más lógica sería la de adoptar como armas un escudo partido o cortado con las armas de esos reinos. Así, en la primera partición o corte aparecería uno y en la segunda o segundo, otro, quedando muy clara la precedencia que el rey daba a uno de ellos. 
Escudo de armas cuartelado con las armas de Castilla y de León

   Sin embargo, en un alarde heráldico sin precedentes (y no es frase hecha, sino literal), Fernando III llegó a una conclusión: cuartelar el escudo, de modo que las armas se repetirían en diagonal quedando un reino en primer y último lugar, y el otro en segundo y tercero, respectivamente. Así, las armas del cuartel primero tendrían más precedencia que las segundas, pero también éstas y las terceras tendrían más que las últimas (las cuartas). Se equipara de este modo la importancia que el monarca da a sus dos reinos. Este emblema se aprecia todavía hoy en algunas condecoraciones militares y sellos, aunque se va sustituyendo por el escudo oficial de España.
Modelo antiguo de Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo

   Esta idea, a medida que sus sucesores fueron añadiendo más territorios bajo sus coronas, adoptando sus emblemas, fue creciendo y generando más y más cuarteles. Así, en el escudo de los Reyes Católicos aparecen representados las tierras de Castilla, León, Aragón y Dos-Sicilias.

Derroche heráldico del escudo del II Duque de Buckingham y Chandos

   El escudo con más divisiones, según el blog "Dibujo Heráldico" (cuya lectura recomiendo) cuenta con un total de 719 cuarteles. Sin duda, o se trata de un ejercicio sumo de respeto y reconocimiento a sus raíces, o es simplemente un caso de ostentanción de armas. En cualquier caso, lejano a la intención primigenia del monarca inventor de este sistema, al que quiero recordar hoy. 

   Como siempre, en el medio está la virtud.

Imágenes de Dibujo Heráldico, Todocolección y Foroxerbar




jueves, 23 de mayo de 2013

Paella de eventos

   Una cosa que me saca bastante de quicio es la facilidad que existe para confundir conceptos. A veces, es intencionado y hay motivos económicos, políticos o meramente de orgullo personal que lo provocan. Otras veces, se debe a un ligero y puntual "lapsus". Y por último, y más grave, quizás se trata de una confusión terminológica enquistada que suele derivar de una confusión del primer tipo: alguien intencionadamente confunde los términos por su interés y los demás le copian hasta que llega un momento en que nadie recuerda cómo era originariamente el asunto. 

   Al hilo del acertadísimo comentario de mi querida Belén Egea en "Protocolarte" sobre la diferencia entre protocolo y etiqueta, existe la necesidad, pienso yo, de establecer otras diferencias conceptuales en el mundo del protocolo y los eventos. Pondremos para ello como ejemplo de un evento público la preparación de una paella:


- Ingredientes: han de ser frescos y estar bien lavados, dispuestos a ser parte básica y elemental de este plato. Así, los invitados y protagonistas en un evento deben acudir al mismo con ganas y ataviados de un modo acorde a la solemnidad del mismo, para lo cual muchas veces basta con cumplir la etiqueta exigida en la invitación.

- Paellera y menaje: ha de estar a temperatura suficiente como para cocinar los ingredientes, y por supuesto, los utensilios serán los adecuados, y estarán limpios para manipular los alimentos higiénicamente. El escenario también ha de ser agradable, regulando bien temperatura, luminosidad, visibilidad, de modo que la comodidad de los invitados y partícipes del evento esté asegurada.

- Fuego: imprescindible que sea adecuado y repartido, ni que deje los ingredientes crudos, ni que los queme.  Los medios técnicos de un evento deben ser bien utilizados para que se consiga con ellos el resultado que se pretende y al que ayudan.



- Receta: establece los ingredientes que han de utilizarse, los tiempos de cocción, cuándo remover, cuándo añadir mas agua, ... La norma del ceremonial, ya sea escrita o consuetudinaria, o bien el cronograma del evento confeccionado con total creatividad o sobre una base de eventos anteriores, establece los pasos a seguir durante el mismo: quién habla antes de quién, en qué momento se intercambian los regalos o se entrega el diploma, cuándo empieza la actuación musical o la proyección de un vídeo, ...

- Arte culinario: es la norma que indica en qué orden se echan los ingredientes de modo que se mezclen mejor los sabores, si hay que ponerles más sal o no, cómo (no cuándo) ha de removerse para no aplastarlos o romperlos, o con qué tipo de cuchara es mejor remover. Así, el protocolo es el que determina el cómo, no el qué. Una vez decididos los invitados, el escenario, los protagonistas en mesa presidencial, los elementos que se usarán (banderas, himnos, ...) el protocolo da la nota de excelencia estableciendo qué sitio ocupan, qué tratamiento reciben, en qué orden entran o salen, de modo que el evento sea fluido, grácil, solemne. Es dar vida a la receta de modo que se obtenga el mejor sabor de la paella.

- Cocinero: es el que prepara la paella, valiéndose de todo lo que hemos dicho (ingredientes, receta, arte culinario, fuego, paellera, ...), y puede ser además el que invita a degustarla. El organizador del evento puede ser también el anfitrión y promotor, o no. 


- Vajilla: donde se sirve la paella para su degustación, debiendo estar los platos en perfecto estado, limpios y brillantes. En eventos para los que se busca repercusión, los medios de difusión han de ser correctamente utilizados, para evitar una mala publicidad del evento. 

- Comensales: personas que degustarán la paella y opinarán sobre su sabor, textura, preparación, calidad de ingredientes, punto de cocción, ... En este caso, el público al que se dirige un evento puede abarcar más allá del conjunto de invitados o asistentes, y se puede buscar que llegue a personas que no han participado pero sí quieren saber cómo ha ido (o está yendo, cuando sea posible el seguimiento en directo) el evento. 

- Paella: es el resultado final de lo preparado con los ingredientes, usando el fuego, la paellera y los utensilios, siguiendo la receta y demostrando el arte culinario que uno tiene, que será preparado por el cocinero y degustado por los comensales. El evento, pues, es el compendio de todo lo anterior, el objetivo que se busca y, al igual que la paella se hace para comerla, el evento se hace para transmitir un mensaje, y ha de disfrutarse paladeando ese mensaje, para hacerlo más atractivo e interesante (la importancia del mensaje, como en la "mili", se le supone)


   Pues bien... igual que nadie mezclaría volitivamente los conceptos "paellera" y "receta", o "ingredientes" y "arte culinario", o "comensal" y "fuego", espero que dejen de mezclarse, a su vez, los conceptos "ceremonial" y "protocolo", "precedencia" y "etiqueta", "eventos" y "público".

   Aunque repito: muchas veces estas confusiones terminológicas se hacen voluntaria y conscientemente, con fines comerciales. Como dijo muy acertadamente la Profesora Doctora Doña María Teresa Otero, "si hago un curso de urbanidad se matriculan menos que si pongo "curso de protocolo social", que queda más bonito... pero está mal dicho". Así que les deseo mucha presencia de espíritu para enfrentarse a esta triste realidad en que los propios títulos que se ofrecen no siempre son lo que parecen, y sepan distinguir al verdadero protocolista del mero mercader. 

   Como siempre, en el medio está la virtud. 

Imágenes de Wikipedia.org  





martes, 14 de mayo de 2013

Breve reflexión sobre la formación


   Estamos en una etapa donde todo el sistema educativo se especializa, a veces, demasiado. Es decir, así como en Estados Unidos un traumatólogo es una eminencia en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades o disfunciones óseas pero no le pidas que te recete algo para la acidez de estómago porque no tendrá ni la más remota idea, veo que en el mundo de los estudios de protocolo en nuestro país, se está repitiendo este patrón, pero  peor: se está centrando tanto la gente en la organización de eventos que se está dando de lado al protocolo en sí.


  Charlando con una compañera sobre el tratamiento aplicable a una autoridad nombrada por el Parlamento de Galicia, descubrí que se había llegado a la conclusión de que no era pertinente el tratamiento de Excelentísimo Señor, sino el de Señor seguido del cargo que ostenta. Los argumentos para tal afirmación eran las nuevas normas de transparencia y buenas prácticas (tan comunes hoy día y tan ridículas e insustanciales, a mi modo de ver) que determinan que los altos cargos del ejecutivo dejen de conllevar un tratamiento más allá del de Señor o Señora. Así, se esgrimían la Orden APU/516/2005 y la Lei 4/2006 (y no, no hay falta de ortografía, puesto que en gallego no existe la "y"), ambas versantes sobre este tema supuestamente gentil y humilde de la transparencia en los tratamientos. Pues bien, he aquí lo que se defendía en un primer momento: aunque la Orden Ministerial no es superior a la Ley, en el caso de Galicia sí que hay Ley y entonces este alto cargo tiene tratamiento de Señor y ya.

Mesa del Parlamento de Galicia y la vidriera obra de Isaac Díaz Pardo

   ¡ERROR! Por esto es TAN importante que la formación en protocolo tenga una buena base jurídica, y es que nadie, ni siquiera el experto en protocolo que asesoró a mi compañera, se había mirado el ámbito de aplicación de la Lei 4/2006, que comprende sólo a los miembros del ejecutivo gallego, administración de Galicia y entidades dependientes de ambos. Es decir, afecta a autoridades nombradas por el Presidente de la Xunta, los Conselleiros, etc. pero NO a autoridades cuyo nombramiento dependa de otros órganos o premisas: Parlamento, Poder Judicial, Administración Local, ...

Imagotipo del Parlamento de Galicia


   Una vez acalarado este error de bulto, dado que la autoridad de que hablamos es, recordemos, nombrada y elegida en el Parlamento gallego, quedó patente ya que el tratamiento correcto es Su Excelencia, y que apeárselo sería un acto ilegal. Menos mal que había alguien jurista alrededor, ¿eh?. Hay que decir que mi compañera, en un ejercicio de humildad y confianza, no protestó mi explicación, lo cual le agradezco.


   Obviamente, no quiero con esto decir que las plazas de protocolo deban estar cubiertas por juristas (cosa que, por otra parte, venía siendo así), pero sí que no es tan fiero el león como lo pintan, ni todo el monte es orégano, ni es oro todo lo que reluce. En resumidas cuentas, que la profesionalidad en el protocolo (y en cualquier faceta de la vida, francamente), deriva no sólo de una formación que se llame así, sino en las ganas y celo a la hora de desempeñar el trabajo. Y no estaría de más una revisión de los planes de estudio del Grado en Protocolo, porque... no me queda a mí muy claro cómo se está enfocando, a la vista de la pifia que se iba a cometer. 

   Como siempre, en el medio está la virtud.

Imágenes de Internet.



jueves, 2 de mayo de 2013

La reina ha abdicado... ¡viva el rey!

   El 30 de abril llevaba 33 años siendo "El día de la Reina" en los Países Bajos, pero esta vez se convirtió en el día provisional del nuevo rey. A partir del año que viene, se celebrará el 27 de abril, cumpleaños de Guillermo Alejandro. De hecho, el 30 de abril era el cumpleaños de la Reina Juliana, pero cuando Beatriz fue investida del poder real, quiso respetar esa fecha en homenaje a su madre, en vez de celebrarlo en su cumpleaños, el 31 de enero.

Su Majestad firma el acta de abdicación y pasa a ser Su ALteza Real

   En la Sala de Moisés del Palacio Real de Ámsterdam, a las 10 de la mañana  hicieron su entrada la todavía reina y los todavía príncipes de los Países Bajos. Las autoridades que harían de testigos de la abdicación de Su Majestad Beatriz ya estaban allí, alrededor de la mesa de reunión, en pie, esperando a las reales personas. Tras el saludo a todos y cada uno de ellos, y una vez tomado asiento, el Director del Gabinete de la soberana, Chris Breedveld, leyó el Acta de Abdicación, reflejando todos los efectos que ésta tendría, como la automática conversión de Guillermo Alejandro en “Zijne Majesteit de Koning” (Su Majestad el Rey) y de Beatriz en “Hare Koninklijke Hoogheid de Prinses” (Su Alteza Real la Princesa), y más textualmente, “Princesa de los Países Bajos, de Orange-Nassau, etc., etc., etc.” (así, repetido tres veces, en alusión a los demás títulos que ostenta Beatriz, que están inactivos y se han conservado en forma masculina)

Los dos saludos: el primero cuando Beatriz anuncia su abdicación,
y el segundo tras ser presentado del nuevo rey, con la heredera y sus hermanas.

   La Reina Beatriz, con un redoble de campanas de fondo para conmemorar este momento, firmó el Acta, seguida de su hijo, su nuera, el Primer Ministro holandés Mark Rutte y demás cargos que ejercían de fedatarios. El último en firmar, fue el propio Breedveld, quien a renglón seguido la presentó a verificación de la princesa y los reyes, por este orden, y se procedió a izar el pabellón con el emblema del nuevo rey. Con este gesto se comunicaba la efectiva abdicación de la Reina Beatriz y la asunción por su hijo del título de Rey de los Países Bajos, así como la aparición de una nueva Princesa de Orange, la hija primogénita de Guillermo Alejandro, Catalina Amelia.

Imagen de la alfombra que unía el Palacio Real con la Neuwe Krek,
donde tuvo lugar la investidura de poder real. 

La Princesa Beatriz y los Reyes Guillermo Alejandro y Máxima salieron al balcón del Palacio Real, donde la madre anunció su abdicación y presentó a sus súbditos al nuevo Rey Willem-Alexander, quien ha decidido no reinar con el nombre de Guillermo IV, sino usando el nombre compuesto. La Reina Máxima sostuvo la mano de su suegra mientras el rey agradecía profundamente su buena labor como reina. Finalmente, Su Alteza Real Beatriz de los Países Bajos se retiró del balcón y la Princesa de Orange y heredera al trono, la princesa Catalina Amelia, y sus hermanas, las princesas Alexia y Ariane, hicieron acto de presencia en la balconada, desde la que saludaron a la concurrencia junto a sus padres. Como dato curioso, los vestidos amarillos de las princesas están firmados por la casa gallega de moda infantil “Pili Carrera”.

Sillones dorados de 1901, y mesa de credencia con la corona y el orbe.

   Alrededor de las 13:30, empezaron a llegar los príncipes representantes de las Casas Reales reinantes a la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk), situada junto al Palacio Real, también en la Plaza de Dam, y se procedió por parte del Presidente del Senado, Fred de Graaf, a la lectura del Acta de apertura de la Sesión Conjunta de los Estados Generales, en cuyo seno se procedería al juramento del Rey y su investidura del poder real. Poco más tarde, salieron del Palacio Real en dirección al templo las hijas de los Reyes, seguidas de la Princesa Beatriz y la Princesa Mabel, nuera de aquélla en tanto que esposa de su segundo hijo, el Príncipe Johan Friso (que está en coma tras haber sido sepultado por un alud de nieve en 2012). Al ocupar sus asientos, ya se comprobó cómo la precedencia no es la misma, e incluso la Princesa Catalina Amelia se sitúa ahora en un puesto anterior al de su abuela Beatriz.

La Princesa de Orange, ya con mayor precedencia
que su abuela, la Princesa Beatriz de los Países Bajos

Poco antes de las 14:00, salieron del Palacio los Reyes en dirección a la Iglesia Nueva, que es escenario de las investiduras de poder real de los monarcas holandeses desde la de Guillermo I, en 1815. Durante este paseo, se dispararon salvas cada cinco segundos desde la orilla del río Ij. El rey no iba de uniforme, sino de frac, y ataviado con el manto de armiño que usaron ya su madre y su abuela la Reina Juliana, en sus respectivas investiduras. La reina, con un elegante vestido azul con capa a juego y tocada con una hermosa tiara de diamantes y zafiros, hizo el paseo con gran solemnidad y gravedad, como requería la situación. A su llegada al templo, precedidos del estandarte real y las banderas de los Orange, se anunció que entraba “El Rey”, y éste y su mujer se aproximaron al altar entre fanfarrias, para tomar asiento en unos sillones dorados con el emblema de los Orange-Nassau, que datan de 1901. Frente a ellos, las regalías sobre la mesa de credencia, vestida con un mantel de terciopelo púrpura y dorado: la corona, el orbe, la espada, el cetro, el estandarte real y además un ejemplar de la Constitución holandesa y otro del Estatuto del Reino.

Entre estas dos imágenes hay una diferencia de 33 años exactos.
Juramento de la Reina Beatriz (junto al Príncipe Klaus) y del
Rey Guillermo Alejandro (junto a la Reina Máxima), respectivamente.

Tras entonarse el himno nacional, el rey empezó su discurso hablando de la democracia y de la monarquía parlamentaria, para luego homenajear la labor de Beatriz como reina y como madre. A estas palabras siguió una larga ovación a la hasta ese día Reina Beatriz. Finalizado el discurso, se procedió al juramento por parte del Rey, y la declaración de investidura, por parte del Sr. Graaf. Tras el juramento de los miembros de los Estados Generales, se avisó a los presentes en la plaza que el rey había sido investido, y se procedió a los tres “hurras” en respuesta al grito “Viva el Rey”. Con esto, se inició nuevamente la salida de los reyes hacia el Palacio, donde se ofrecería una recepción a los invitados a la investidura. Cuando las princesas Catalina Amelia, Alexia, Ariadna, Beatriz y Mabel hubieron abandonado también el templo, el Presidente del Senado indicó que se levantaba la sesión y dio el preceptivo golpe de mazo para así confirmarlo.

Los Reyes de los Países Bajos, con sus hijas, a bordo del bote real que los llevó por el río Ij.

Por último, el Ayuntamiento de Ámsterdam regaló a los nuevos Reyes una travesía por el río Ij. A bordo del bote real viajaban los reyes y sus tres hijas. El rey vestía esmóquin y la reina un vestido de noche blanco y granate. El recorrido pasó por delante del parque Oever, e hizo varias paradas para asistir a actuaciones, entre otras, del pinchadiscos Armin van Buuren, complementando “El bolero de Ravel” que interpretaba la Orquesta de Amsterdam, hasta llegar al auditorio Muziekgebouw (Edificio de la Música), en cuyo interior se celebró una cena de gala que puso fin a los fastos de la investidura del poder real de Su Majestad Guillermo Alejandro de los Países Bajos. Antes de entrar, los barcos hicieron sonar sus sirenas y unos aviones F16 dibujaron en el aire la bandera holandesa, en homenaje al nuevo Rey.


Los colores de los Orange-Nassau, el azul y el naranja,
muy presentes durante toda la jornada, hasta en el enmoquetado del embarcadero.

Innegables la solemnidad y la organización de estas ceremonias holandesas, que tienen lugar justo 33 años después de la última vez. Ocasión para el recuerdo del fallecido Príncipe Klaus, esposo de Beatriz, aunque no así de la familia de la Reina Máxima, primera argentina en convertirse en reina consorte.

Como siempre, en el medio está la virtud.

Imágenes de TVE y de Hola