sábado, 13 de diciembre de 2014

Exequias por Fabiola. Reina española, Reina de Bélgica.

   Nació en el Palacio de Zurbano. Su Majestad la Reina Victoria Eugenia de España fue su madrina cuando la bautizaron como Fabiola Fernanda María de las Victorias Antonia Adelaida de Mora y Aragón . El 15 diciembre de 1960 se convirtió en Su Majestad la Reina consorte de los belgas. A la muerte de su marido el 31 de julio de 1993, pasó a ser Su Majestad la Reina Fabiola de Bélgica. Y con ese título se fue, el pasado 5 de diciembre, a escasos días del que habría sido su 54º aniversario de boda.


Tras el himno, la Familia Real observa cómo introducen el féretro
en el coche fúnebre que encabezará el cortejo.

   A las 9:30 horas de la mañana de ayer, la Familia Real belga acompañaba al féretro a la salida del Palacio Real, antes de tomar rumbo hacia la Catedral Saints-Michel-et-Gudule, donde tendría lugar el funeral con asistencia de representaciones de las casas reales y autoridades. A la salida del Palacio, la guardia de honor mantuvo el féretro en alto mientras sonaba "La Brabançonne", el himno nacional belga que sonaría en más ocasiones a lo largo de las celebraciones para rendir honor a la Reina Fabiola. 


El cortejo recorre las calles de Bruselas hasta llegar a la Catedral.

   Mientras el cortejo fúnebre recorría Bruselas, hacían su entrada en la Catedral las autoridades invitadas. España estaba representada por SS.MM. los Reyes Juan Carlos y Sofía, que tomaron asiento junto a S.A.R. la Princesa Beatriz de Holanda, justo detrás de los bancos destinados a la Familia Real belga. Estas especiales precedencias se deben al vínculo entre Holanda y Bélgica, y a los orígines españoles de Fabiola. Las demás casas reales ocuparon asiento en la nave central del lado del Evangelio. Del lado de la Epístola, en lugar destacado, la familia española de la Reina Fabiola y, en la bancada de la nave central, las autoridades civiles y militares belgas, y autoridades comunitarias.


Ante la Catedral, la Familia Real ve portar el féretro y
lo sigue por la escalinata hasta entrar en el templo.

   Al llegar al patio, los miembros del piquete de honor subieron el féretro por la escalinata. Tras el féretro, el cortejo lo formaban los Reyes Felipe y Matilde, seguidos de sus hijos, detrás de ellos los Reyes Alberto y Paola, seguidos de sus hijos y sus nietos. De negro riguroso (salvo los niños), destacaba por su elegancia la Reina Matilde.


La Familia Real accede a la Catedral y, tras ser recibidos por los concelebrantes,
siguen en procesión hasta el altar, a cuyo pie reverencian al féretro.

   Tras ser recibidos por Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Godfried Danneels a la entrada del templo, el féretro fue depositado al pie del altar directamente sobre la alfombra, sin catafalco, por expreso deseo de la Reina Fabiola. Por igual motivo, los concelebrantes vestían casulla blanca, si bien el Cardenal y el Obispo portaban también estola morada. 

Vista del interior del templo desde el altar, y
Familia Real en el lado del Evangelio.

  La Familia Real belga (incluyendo aquí a la Familia Gran Ducal, en tanto que la madre de S.A.R el Gran Duque era S.A.R. la Princesa Josefina Carlota de Bélgica, hermana de Balduino y Alberto) se aproximó al altar de dos en dos y saludó con inclinación de cabeza al féretro, y tomó asiento en lugar destacado del lado del Evangelio. 


Los Reyes de España, los Grandes Duques de Luxemburgo,
la Emperatriz de Japón, la Reina de Dinamarca y los Reyes de Suecia.

   De la celebración eucarística, destacar los momentos musicales, abundantes e intensos, y la variedad lingüística en que se expresaban los intervinientes en la celebración. Barriendo para casa, merecen mención especial las Oraciones de los Fieles, puesto que, después de las leídas en francés, flamenco e inglés por los nietos de SS.MM. Alberto y Paola o por S.A.R. el Príncipe Guillermo de Luxemburgo, la última fue pronunciada en español por S.I. Doña Blanca Escrivá de Romaní y Mora, Marquesa de Ahumada, sobrina de la Reina Fabiola. 


La Ilustrísima Señora Marquesa de Ahumada, leyendo en castellano
y cantando la Salve Rociera junto al coro.

   Ésta misma tomó parte luego en uno de los momentos más originales del funeral: la actuación del coro que cantó la Salve Rociera, castañuelas en ristre. Tanto en uno como en otro momento, las cámaras de la RTBF enfocaron a SS.MM. los Reyes de España. A D. Juan Carlos incluso se le vio cantando la Salve. Personalmente, no me gustó la interpretación del coro, aunque en Bélgica parece haber tenido gran acogida mediática y pública. La Reina Matilde, por ejemplo, se emocionó mucho en este momento.


Al fin de la Eucaristía, con presencia de misnitros de todas las confesiones belgas,
la Reina Fabiola abandona la Catedral rumbo a Notre Dame de Laeken.


   Tras la bendición, el féretro fue llevado de nuevo por las calles de Bruselas hasta la iglesia de Notre Dame de Laeken, en cuya Cripta Real descansan los restos mortales de los soberanos belgas y sus consortes, y donde, tras un breve y emotivo servicio religioso, fue enterrada la Reina Fabiola junto a su marido Balduino. Fue en este servicio donde se enunció un panegírico sobre el carácter alegre de la Reina Fabiola, contando entre otras cosas que una expresión habitual de ella era "Ça a été formidable!". Estas anécdotas hicieron sonreir a los familiares de Fabiola. 


Llegada a Notre Dame de Laeken e interior del templo.

   El servicio religioso finalizó, como había pedido la Reina Fabiola, con la bendición pascual, y acto seguido la guardia de honor portó el féretro (ubicado nuevamente a pie de altar sin catafalco) hasta la Cripta Real. Y con este acto de inhumación privado se puso fin a las exequias de Su Majestad la Reina Fabiola de Bélgica, a las 13:54 horas.


Vista de las primeras filas, a pie de altar
y momento de la Bendición Pascual.

   En general, unas exequias sobrias (por ejemplo, no hubo cojín con condecoraciones ni armón de artillería) y llenas de simbolismo y alegría como la misma Reina Fabiola había dispuesto. De hecho, su confesor destacó el gran sentido del humor de la Reina en sus últimas horas, al decir: "He esocogido el ataúd más feo que había, para que les dé apuro exponerme", aunque en esto sí que no impuso su criterio, y sí que fue expuesta dos días antes del funeral.


Su Majestad la Reina Fabiola de Bélgica se dirige en su último viaje
a la Cripta Real, para ser enterrada junto a su marido, Balduino de los belgas.

   Como puntos negativos, opino que la bandera de Bélgica que cubría el ataúd estaba plegada de un modo extraño y, pienso, innecesario. La combinación de casulla blanca contrastando con la estola morada me parece carente de lógica. Y los crespones negros cosidos a la tela de sendas banderas belga y europea que pendían a cada lado del altar de la Catedral, tampoco me parecieron correctos.



Crespones negros en las banderas a cada lado del altar catedralicio, y
bandera de Bélgica plegada sobre el ataúd de un modo un tanto incomprensible.


   Por lo demás, una ceremonia bien hilada y bien amenizada musicalmente, original y con una actitud impecable por parte de los asistentes. Sobre todo, una ceremonia acorde con los deseos manifestados en vida por su principal protagonista, que es lo más importante, y a partir de la cual en Bélgica ya no hay tres reinas, ni tampoco reina española. 


Cinta de una de las coronas de flores, con una F coronada, y
retrato junto al altar de la pareja real Baldunio-Fabiola

   Se echará en falta, seguro, a Fabiola en las celebraciones de la casa real belga. Al menos, nosotros la extrañaremos por ese modo especial de combinar sencillez y colorido con el porte regio y responsable que debe tener toda soberana. 

   Como siempre, en el medio está la virtud.


Imágenes de RTBF





sábado, 15 de noviembre de 2014

Como las cariátides.

   Bien conocido es mi amor por el protocolo, el ceremonial, la etiqueta y las buenas maneras. Siempre opinaré que son formas de simplificar y armonizar las relaciones entre personas e instituciones, en contra de lo que paradójicamente se piensa por norma general. Así pues, en vez de verlos con algo engorroso, constituyente de obstáculo o freno, más bien destacaría su extraordinaria habilidad para dar fluidez, para hacer todo más eficaz, más rápido y, de hecho, menos problemático. En realidad, el problema está precisamente cuando no se usan, o, sobre todo, cuando se usan mal (igualmente conocido es mi desprecio al empleo y manipulación politizados o mercantilistas de estas fascinantes herramientas).

Pórtico de las Cariátides. Templo de Erecteion o Erecteón.

   Pensando en estos temas, he llegado a la conclusión de que para mí todas estas artes son como las cariátides, esas hermosas y gráciles estatuas que figuran, entre otros y por excelencia, en el templo de Erecteion (en griego Ἐρέχθειον), en la Acrópolis de Atenas. Y cuatro son los puntos de conexión que destaco, toda vez que las cariátides son:

- Ejemplarizantes: las estatuas se erigieron como recuerdo de la suerte que corrían los enemigos de Atenas, ya que las mujeres que habitaban la ciudad de Cariátide (aliada de los persas) fueron hechas esclavas y representadas como columnas, soportando la carga del templo construido en honor de Atenea, Poseidón y el mítico rey ateniense Erecteo. Así, el protocolo y demás sirven de ejemplo de solemnidad y dignidad cuando se emplean correctamente, y de canal por donde siguen vivas y con sentido la tradición y la cultura social.

Cariátides originales, cinco de ellas, en el Museo de la Acrópolis de Atenas.
La sexta y última está en British Museum de Londres.

- Embellecedoras: sin duda el pórtico del templo podría haber sido sostenido por columnas jónicas normales y corrientes, y habría estado perfecto. Pero, al fin y al cabo, las cariátides lo dotan de distinción, de belleza, lo hacen más regio e impresionante. También la etiqueta y demás hacen que un acto sea más bonito, que se disfrute más que una mera fría sucesión de actuaciones de los intervinientes, y que todos los congregados luzcan más guapos y elegantes, que todo ayuda.

- Útiles: son estatuas, pero no son meramente decorativas, sino que realmente cargan un peso y mantienen en pie parte del templo, en tanto que columnas que son. Cumplen su función en igual medida que las demás columnas implicadas en las otras partes del templo. Del mismo modo, el ceremonial y demás evitan dudas y retrasos en el desarrollo de un acto, habiéndose previsto llegadas, saludos, las partes de la ceremonia y el paso de unas a otras sin dejar espacios de vacío, el uso de símbolos oficiales o de otro tipo, las despedidas y el cierre, y se transmite mejor el mensaje del acto con ello.

Los atlantes o telamones son los "maridos" de las cariátides.
Éstos están en el Nuevo Ermitage de San Petersburgo.

- Sólidas: aguantan el paso del tiempo con la misma verticalidad, función y belleza. Su fuerza no disminuye por cansancio, aunque haya que hacer pequeñas reparaciones o labores de mantenimiento para evitar desperfectos o que pierdan su vigor. Las buenas maneras y demás son igualmente firmes y duraderas, pese a las adaptaciones que haya que hacer por los cambios que trae el devenir. La tan cacareada flexibilidad del protocolo es cierta en este sentido, pero no ha de exagerarse de modo que cada uno pueda hacer lo que le venga en gana so pretexto de dicha flexibilidad, no sea que se nos fisure la cariátide de tanto querer doblarla.

Cariátides en el Pabellón Richelieu. Museo del Louvre.

   Si algo milenario como una cariátide ha podido resistir manteniendo su ejemplo, belleza, utilidad y solidez, pregunto: ¿es esperanzador y justo que pensemos que el protocolo, ceremonial, etiqueta y buenas maneras volverán a ser objeto de respeto y acogimiento, de admiración y pasmo por parte de todos, al igual que los son aquéllas ante los incontables turistas que pisan Grecia cada año?. Espero que así sea, que se vuelvan a tener estas artes en lo que valen, sin fanatismos, y sin ser utilizadas como armas arrojadizas, porque ello resultaría igual de deplorable que derribar sin sentido una sola de esas cariátides.

   Como siempre, en el medio está la virtud.

Imágenes de Google


sábado, 21 de junio de 2014

Queda proclamado Rey de España

   Amanecía el 19 de junio, y en España había ya cuatro Reyes y una Princesa de Asturias, en virtud de la Ley Orgánica 3/2014, publicada en el Boletín Oficial del Estado número 148, y sancionada y promulgada el día anterior por S.M. el Rey Juan Carlos I. Pero todavía quedaba hacer visible plásticamente la sucesión en la Corona, válida y plena juridicamente hablando, y habría de hacerse en tres sentidos: militar, institucional y civil. 

Así empezaba la emisión de los actos en canal oficial de Casa Real en Youtube

   Poco después de las 9:45 de la mañana, accedían a la Sala de Audiencias del Palacio de la Zarzuela, por este orden, S.A.R. la Infanta Dª Elena y su hijo S.E. D. Felipe de Marichalar y Borbón, S.M. la Reina Dª Sofía, S.M. la Reina Dª Letizia y sus hijas, S.A.R. la Princesa de Asturias Dª Leonor y S.A.R. la Infanta Dª Sofía, que procedieron a colocarse según criterio de precedencia lineal, en cumplimiento de la nueva regulación, según la cual la Reina Sofía se sitúa después de su nieta homónima. Absurdo e incoherente sistema, como ya se ha dicho.


S.M. el Rey D. Juan Carlos impone la Faja a su hijo,
ante la atenta mirada de su familia.

   Tras ser debidamente anunciados, y estando también de testigos el Ministro de Defensa, D. Pedro Morenés,  los cuatros Jefes de Estado Mayor (de la Defensa, de Tierra, de la Armada y del Aire) y el Director General de la Guardia Civil, hicieron su entrada el Rey D. Felipe y el Rey D. Juan Carlos. Ambos, con uniforme de Gran Etiqueta del Ejército de Tierra (con guerrera azul, en vez del verde musgo del uniforme de gala de dicho Ejército, que sí llevó D. Juan Carlos en su proclamación), portaban las placas de Grandes Cruces de la Orden de Carlos III -cuyo lazo de Gran Cruz llevaba también Dª Letizia-, y las de Mérito Militar, Mérito Naval y Mérito Aeronáutico (todas con distintivo blanco), así como la insignia al cuello de la Orden del Toisón de Oro. De todas es D. Felipe ya Gran Maestre en tanto que Rey.




Mientras en Zarzuela el Rey Felipe recibía su primera reverencia gracias a su hermana,
en la Carrera de San Jerónimo la tropa terminaba su formación y quedaba lista ya.


   El Rey Juan Carlos impuso a su hijo la Faja de Capitán General de los tres Ejércitos, y éste llevaba en cuello y puños de la guerrera las divisas de tal rango. Al terminar, mientras las autoridades militares presentes saludaban a D. Juan Carlos, D. Felipe fue a saludar a su familia. Especial mención merece Dª Elena, que hizo la reverencia a su hermano, convirtiéndola en la primera reverencia que éste recibió como Rey. Queda ya este dato para la posteridad.


El Congreso de los Diputados, engalanado para la histórica ocasión,
y los Reyes subiendo al Rolls que los llevaría allí, ornado con el nuevo banderín real.

   Tras el saludo de todas las autoridades y la preceptiva foto de familia, Dª Sofía y Dª Elena se dirigieron hacia el Congreso. Allí, en la Puerta de Floridablanca, fueron recibidas por los Presidentes de ambas Cámaras, y fueron a tomar asiento en el hemiciclo. Mientras, SS.MM. los Reyes por un lado y SS.AA.RR. la Princesa de Asturias y la Infanta por otro se dirigían hacia la Carrera de San Jerónimo en coches distintos, puesto que ya es operativa la norma que impide viajar en el mismo vehículo al Rey y a su heredera.


La matrícula con placa carmesí pero las motos todavía con el distintivo de D. Juan Carlos
y el S.M. D. Felipe recibiendo honores de Rey por primera vez.

   A pie de calle fueron recibidos por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa, Almirante General de la Armada, S.E. D. Fernando García Sánchez,  y por el Presidente del Gobierno (de chaqué), y recibieron honores de ordenanza. Fue también la primera vez que D. Felipe tuvo honores de himno en versión larga, y pasó revista a la fuerza en formación, como Rey.


Tras pasar revista a las unidades de honores,
fueron recibidos a pie de escalinata por los anfitriones, de chaqué.

   A pie de escalinata del Congreso, engalanado para la ceremonia con el toldo de las grandes ocasiones, fueron recibidos los Reyes y sus hijas por los Presidentes de Congreso y Senado, SS.EE. D. Jesús Posada y D. Pío García-Escudero. Y ya en el vestíbulo de Isabel II, en segunda línea de saludo, estaban los Presidentes de Tribunal Constitucional y de Consejo General del Poder Judicial, SS.EE. D. Francisco Pérez de los Cobos y D. Carlos Lesmes. 


Mientras eran saludados por las máximas autoridades del Poder Judicial,
todo estaba preparado para recibirlos en el hemiciclo.

   En el hemiciclo estaba todo listo para la proclamación, incluídos los símbolos de la monarquía, sobre un cojín granate: la corona de plata dorada, mandada hacer por Carlos III en 1775, y el bastón usado como cetro, hecho en oro, plata y esmaltes rematado en bola tallada de cristal de roco, que data de mediados del siglo XVII. 


Planos frontal y oblicuo para comprobar la precedencia de los Reyes y sus hijas
y de las máximas autoridades de Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

   En tribuna de honor, la Reina Sofía y su hija Dª Elena. A su derecha, SS.AA.RR. las Infantas Dª Pilar y Dª Margarita, y el Doctor Carlos Zurita y, en segunda fila, SS.AA.RR. los Duques de Calabria y SS.MM. los Reyes de Grecia. A la izquierda, los Presidentes autonómicos y los ex-Presidentes de Gobierno. En el centro del hemiciclo, sobre la tarima erigida "ad hoc" para este acto, las butacas destinadas a los Reyes y sus hijas. A la derecha, las que ocuparían el Presidente del Gobierno, el Presidente del Congreso de los Diputados y el Presidente del Senado, y en segunda fila, los miembros de la Mesa del Congreso. A la izquierda, los Presidentes de Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo (o sea, D. Carlos Lesmes) y los miembros de la Mesa del Senado.





Todos en pie aplaudiendo a los Reyes y sus hijas,
y visión general del estrado y sus ocupantes.

   Al entrar SS.MM., y tras una primera ovación de la concurrencia puesta en pie, tomó la palabra el anfitrión, el Presidente de la Cámara Baja, que declaró abierta la sesión parlamentaria conjunta y comenzó elogiando a los hasta la víspera Jefe de Estado y consorte, que fueron aplaudidos por los presentes. En especial, cuando agradeció la labor de la Reina Sofía, ésta se tuvo que poner en pie para agradecer el cerrado aplauso. Finalizado el discurso, dijo "Ruego a Sus Señorías que se pongan en pie".


La Reina Sofía, recibiendo la ovación de todos tras la mención
del Presidente del Congreso en sus palabras de inicio de la sesión.

   La fase de juramento tuvo lugar acto seguido. S.E. el Presidente del Congreso anunció: "Señor, las Cortes Generales están reunidas para recibir el juramento que venís a prestar como Rey de España, conforme al artículo 61 de la Constitución", y sobre un ejemplar de la Constitución de 1978 puso el Rey su mano derecha y juró: "Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas". 




Juramento del Rey y su proclamación ante las Cortes


   Dicho esto, procedió el Presidente del Congreso a la proclamación: "Señor, las Cortes Generales acaban de recibir el juramento que Vuestra Majestad ha prestado. En cumplimiento de la Constitución, queda proclamado Rey de España Don Felipe de Borbón y Grecia, que reinará con el nombre de Felipe VI. ¡Viva el Rey!... ¡Viva España!". Y se cerró la liturgia de la proclamación con el himno nacional, a cuyo fin el Presidente del Congreso dio la palabra al Rey Felipe: "Señor, las Cortes Generales están dispuestas para escuchar el mensaje que Vuestra Majestad desee dirigir a la nación".



Todos escuchan el himno nacional tras la proclamación,
antes de que empiece el discurso del Rey Felipe VI.

   El primer discurso de D. Felipe como Rey comenzó, como no podía ser de otro modo, recordando el respeto de la Corona a las Cámaras. Tras las aplaudidas palabras de gratitud y homenaje a su padre y a su madre (que le agradeció el gesto lanzándole un beso desde la tribuna), hizo la primera mención a otros dos cambios de título que se produjeron la medianoche anterior, al agradecer los valores recibidos de sus padres y de sus profesores diciendo que "en esos mismos valores (...) la Reina y yo educamos a nuestras hijas, la Princesa de Asturias Leonor y la Infanta Sofía".



S.M. la Reina agradece las palabras de su hijo lanzándole un beso,
y, levantada ya la sesión, saluda a los que la acompañaron en Tribuna

   Otros dos momentos que me parecen muy destacables del discurso de S.M. fueron la mención a su abuelo, S.A.R. el Conde de Barcelona, y el detalle de finalizar sus palabras con el agradecimiento en los cuatro idiomas oficiales del reino: castellano, català, euskara y galego. Terminado el discurso, tras el aplauso en pie de los presentes, el Presidente de la Cámara anunció "Se levanta la sesión", y antes de abandonar los Reyes el hemiciclo se oyó un "¡Viva el Rey!" al que todos respondieron con un sonoro "¡Viva!". En tribuna, mientras tanto, la Reina saludó a sus cuñadas Dª Pilar y Dª Margarita y a su hermano Constantino de Grecia, acompañado de su esposa la Reina Ana de Dinamarca, a quienes la Infanta Elena, espléndida siempre en su actitud protocolaria, les hizo la reverencia.




Los parlamentarios saludan a los Reyes antes de salir a la escalinata,
donde los Reyes y sus hijas presiden el desfile y saludan a la bandera como se debe.


   Se ubicaron los Reyes, la Princesa de Asturias y su hermana la Infanta en el Salón de los Pasos Perdidos y allí recibieron el saludo de todos los parlamentarios asistentes, quienes iban saliendo a la escalinata del Congreso, y allí se ubicaban a la espera de la salida de SS.MM. y SS.AA.RR. Terminados los saludos, ocuparon la real pareja y sus hijas el podio desde el que presenciaron la parada militar que se hizo en su honor. Al paso de la bandera, los Reyes y sus hijas inclinaron su cabeza... pero sólo ellos cuatro. Nadie más parece saber que al paso de la bandera nacional todos han de inclinar su cabeza, y no sólo la Familia Real.



Concluído el desfile, el Rey saluda en su recorrido en coche descapotado
hacia el Palacio de Oriente, lugar de la recepción oficial que ofrece a sus invitados

   Mientras que la Reina Dª Sofía, la Infanta Dª Elena y el Rey D. Juan Carlos llegaban al Palacio Real, los Reyes hacían un recorrido por las calles de Madrid, en un Rolls descapotado, que llevaba el banderín con el nuevo emblema y matrícula de placa carmesí con corona dorada. Al entrar en el coche, la Reina entró primero e incluso se iba a sentar en el lugar destinado al Rey, pero éste la sacó de su error lo más discretamente posible, y comenzaron la andadura. El Rey realizó el paseo en pie, saludando a la multitud. 




A su llegada al Palacio Real, lo recibieron la Guardia Real
para rendirle honores de Rey, y las salvas de 21 cañonazos


   A su llegada al Palacio Real, fueron recibidos por las 21 salvas de cañón que honran al Rey, por la Guardia Real en formación para rendir honores de himno a D. Felipe, y por las campanas de Santa María la Real de la Almudena, que no paraban de redoblar para festejar la proclamación del nuevo Jefe de Estado. En los mástiles de lo alto del palacio Real ondeaban la bandera de España y el guión del nuevo Rey: escudo con las armas de los reinos de Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, escusón de la dinastía Borbón, al timbre la corona real y rodeando el collar de la Orden del Toisón de Oro. No hay ya cruz de Borgoña ni yugo ni flechas, como en el de D. Juan Carlos.



Sobre el Palacio ondeaban la bandera de España y el emblema del Rey Felipe,
y las campanas de la Catedral de la Almudena tañían sin descanso.

   Al poco tiempo, salió al balcón S.M. el Rey Felipe a saludar, seguido de su mujer, y más tarde de sus hijas. Cuando estaban los cuatro saludando, se sumaron los Reyes Juan Carlos y Sofía, para regocijo del público, que aumentó la intensidad de sus vítores. Se intercambiaron besos familiares antes de que los Reyes, y luego sus nietas, abandonasen el balcón. Por último, se retiró también la Reina Letizia dejando al Rey dar su saludo en solitario como Jefe de Estado. 




Saludo de los Reyes Felipe y Letizia desde el Balcón Central del Palacio,
a los que se sumaron sus hijas y los Reyes Juan Carlos y Sofía 


   En el Salón del Trono del Palacio Real tuvo lugar el besamanos de los más de 2000 invitados a la recepción oficial. Encabezó la línea de saludos el Presidente del Gobierno. Como siempre, los atuendos de algunos invitados era más que discutible, y no hablemos ya de la manera de hacer la reverencia de muchos de ellos. Es triste que altas personalidades no sepan saludar como es debido. Correcto si no quieren hacer reverencia, pero la cortesía, caballerosidad, la elegancia, no están reñidas con la ideología... o no deberían estarlo.



Las tres generaciones saludando desde el balcón,
y comienzo del besamanos previo a la recepción oficial.

   Como puntos negativos, considero el vestido de la Reina Letizia (y su peinado), demasiado normales para un acto donde su marido es proclamado Rey y él lleva traje de Gran Etiqueta y condecoraciones de placa y banda. No habría estado de más un vestido largo como el de la última recepción al Cuerpo Diplomático, por ejemplo, teniendo en cuenta que ahí su marido llevaba chaqué, incluso, es decir, sin condecoraciones. Y otro error fue la excesiva presencia del Presidente del Gobierno, recibiendo a los Reyes antes que los anfitriones, Presidentes de las Cámaras Legislativas, y desplazando a éstos en el estrado dentro del hemiciclo, pese a que era un acto estrictamente parlamentario. Nuevamente, excesivo celo y atenciones maternales de la Reina a sus hijas que restaron naturalidad a las niñas, y transmitían tensión innecesariamente. 



Éstos son los seis miembros de la Familia Real.
Todos los demás son, en su caso, Familia del Rey.


   Por otro lado, la ceremonia fue solemne, digna, correcta y protocolariamente adecuada. Los aplausos no hicieron sino aumentar la carga simbólica de tan señalada jornada, y los gestos cariñosos (sobre todo, de la Reina Sofía y la Infanta Elena) otorgaron el punto humano que tan bien vienen a estas ceremonias donde todo está pautado y se podría caer en la frialdad o automatismo institucionales.

   Como siempre, en el medio está la virtud.


Imágenes de Casa Real