lunes, 21 de mayo de 2012

El escenario y sus elementos

   Más allá de las personas y los tiempos, el ceremonial y el protocolo también han de tener en cuenta el tercer elemento: el espacio. Y tomemos espacio en el sentido más amplio, considerando no sólo la sala o el lugar (si es un evento a la intemperie), sino cualquier aspecto que incida en el evento en sí. A mi modo de ver, a excepción de los invitados y asistentes, y del programa o movimientos durante el transcurso de la ceremonia, todo lo demás es espacio: los adornos, los símbolos, los elementos arquitectónicos, los utensilios informáticos, el mobiliario, la megafonía y acústica, la luz, la temperatura y cualquier otro que se nos ocurra.


Ceremonia de la Firma del Tratado de Lisboa. El la belleza arquitectónica del espacio,
 Monasterio de los Jerónimos de Lisboa, se realza con esos juegos de luces,
dando un toque actual sin por ello restar un ápice de magnificencia. 

   Pero en este caso nos centraremos en los elementos, por así decirlo, más protagonistas, porque sobre ellos recae más la vista y atención de los presentes: el escenario y sus elementos. El escenario no tiene por qué ser materialmente una tarima más elevada con su mesa presidencial. Pensemos en una boda al aire libre o en la colocación de una primera piedra: no hay tarima y sin embargo podemos distinguir claramente dónde está el escenario. Sin embargo, lo más habitual sí será encontrarnos con una platea y, al frente, en un plano superficial más alto, la mesa con sus elementos ceremoniales (que pueden ser desde los micrófonos y las minutas con los nombres de los ponentes de una charla, hasta las vinajeras y misales sobre el ara en una ceremonia religiosa).


   A modo de ejemplo, revisemos unos errores que son los más típicos en este tipo de eventos:

1- Adornos florales exagerados.- en más de una ocasión las flores adoptan un protagonismo que ni merecen ni ayuda, puesto que pueden llegar a ocultar de la vista de la concurrencia lo que pasa o quién habla! Muchas veces se ha visto un extraño fenómeno que mi admirada Isabel Amaral acierta en denominar "las flores parlantes", y es que, según desde donde se observe (o fotografíe) el evento, parece que la disertación o discurso lo ofrecen la flores que tapan físicamente la cara del orador. Por otro lado, en una comida o cata, una profusión de flores aromáticas dará al traste con la finalidad gustativa del acto, puesto que todo tendrá gusto floral.


La mesa de la imagen se antoja excesivamente pequeña: no permite tomar asiento ni siquiera a los  Jefes de Gobierno de los países implicados en el acuerdo a firmar.
Además, las flores impiden ver si firman realmente o si sólo se intercambian cromos.
Habría sido más acertado colocar las flores delante de la mesa, en el suelo.


2- Mesa cubierta.- la mesa presidencial puede ser de diferente factura, y así podremos optar por una mesa muy sencilla pero cubierta con un tapete de buen tejido y color, o por una mesa tallada y labrada, joya artesanal que no deberíamos cubrir para privar de esa belleza al público. Pero en cualquier caso, ha de reconocerse un dato... no todo el mundo sabe comportarse con la dignidad que requiere ocupar puesto de honor en la mesa presidencial, y hay que intentar que la parte inferior de los allí sentados quede oculta. Hoy día las mesas de congresos y salones de actos ya tienen una lámina frontal que se ocupa de eso, pero si no fuese tal el caso, deberemos procurar que así sea, bien con un tapete suficientemente amplio o, si no queremos usarlo, una cartela con el logotipo y título del evento o empresa colocada de modo que disimule las faldas, los pantalones o zapatos sucios, o los gestos poco apropiados (hay picores muy poco oportunos que, no obstante, son aliviados sin cuidado alguno por quien los padece).

3- Banderas.- las banderas se han de colocar de acuerdo con su precedencia, según estén en exterior o en interior, y con respecto a su número y ubicación respecto del evento. No hay nada que dé aspecto de mayor dejadez que comprobar que las banderas se han colocado sin criterio alguno, como salgan. Y aquí se impone una recomendación: no por llenar todo de banderas vamos a conseguir un entorno más solemne. Es preferible colocar las dos o tres banderas que sabemos necesarias en vez de provocar un "maremagnum" cromático y vexilológico que acarree mareos o vahídos a personas con sensibilidad visual y estética.


Era innecesario el tapete frontal porque nadie se sienta tras la mesa. Y si va a quedar así, es mejor ni ponerlo. Se ve a la legua el apaño chapucero, que resta toda seriedad.
Mención aparte merecen esas banderas arrastrando por el suelo pedregoso. ¡Un horror!


4.- Utensilios.- si hay que utilizar elementos tales como vasos, botellas, símbolos, estatuas, etc., éstos han de estar en perfecto estado y relucientes, y se ha de intentar que de ninguna manera sean colocados en los lindes de la mesa o peana, para evitar su caída. Parecerá una tontería, pero no es la primera vez que un elemento importante de la escena se cae al suelo porque el tapete sufrió un leve tirón.

   Obviamente, hay mil detalles más que observar y para ello, nada mejor que un profesional, sobre todo en casos de eventos de gran difusión o afluencia. No obstante, en general, hay que buscar que ningún elemento perturbe la comodidad y presencia de los asistentes, que son los principales destinatarios del evento, lógicamente. Y ello abarca desde eliminar barreras a personas con movilidad reducida, o disponer de aseos e instalaciones perfectamente higienizadas, a impedir que un soniquete enturbie la captación del discurso o que la luz impida ver una proyección con mayor nitidez.


Encuentro acertado el haber colocado las banderas hispanoamericanas en ese lateral.
Aunque los juegos de tres banderas españolas a cada lado de la mesa me parece excesivo.


   La regla de oro es: el espacio debe adaptarse y acoger a los invitados, nunca a la inversa. Y con esta regla seguro que asumiremos perfectamente los requisitos idóneos para que el evento se desarrolle dentro de ese marco, sin pasarnos de simplistas (algo de solemnidad o de creatividad siempre vienen bien) pero sin caer en un neobarroquismo exagerado que pueda llegar a entorpecer el evento o a los asistentes al mismo.


   Como siempre, en el medio está la virtud