lunes, 12 de diciembre de 2011

Tomemos medidas. Literalmente.

   A veces la elegancia no está determinada por los gestos, por las palabras o por la distinción personal, sino simple y llanamente, por la cinta métrica. Efectivamente, y muestra de ello la acabo de ver en “El Gatopardo”, donde el alcalde de la villa es motivo de risa para el Príncipe de Salina y su familia.

Escena del baile de "El Gatopardo" (1963) en la que
Burt Lancaster comparte un vals con Claudia Cardinale.

   Sin duda alguna, el tamaño o la longitud de las prendas son algo tan importante como el tejido con que están confeccionadas, los adornos que se les cosen o la gracias con que se portan. Y es tan triste que un vestido de excelente calidad, o que un traje de buena confección sean tenidos en menos por culpa de estos detalles, que lo más inteligente es evitarlo. Para ello, vayamos de abajo a arriba, repasando distintos largos.

   Un pantalón de traje, chaqué, esmóquin o frac debe cubrir la mitad del zapato, por delante, y todo el talón. Y los calcetines deben llegar hasta debajo de la rodilla, para evitar que al cruzar las piernas, el pantalón no deje a la vista parte de la pierna desnuda (y probablemente velluda) de su portador.

    Vestido correctamente largo

   Los vestidos largos, por definición, NUNCA deben dejar a la vista el tacón del zapato de la mujer, y por delante sólo podrá asomar la punta del zapato, en su caso. Los vestidos de cóctel abarcan un largo más variado: desde debajo de la rodilla hasta por encima del tobillo, si bien el largo más elegante en este tipo de etiqueta es el que se sitúa a medio camino justo entre tobillo y rodilla. El vestido corto, a mi modo de ver, no debería dejar las rodillas a la vista, sino llegar hasta justo debajo de las mismas, de modo que al sentarse la dama, las rodillas sí se vean.

   Si se lleva abrigo con vestido corto o de cóctel, el abrigo habrá de ser, como mínimo, uno o dos centímetros más largo que la falda. Pero las modas y las costumbres a este respecto son impredecibles. Un abrigo de un hombre llegará hasta 10 centímetros por debajo de la rodilla o hasta cinco centímetros por encima de la misma.

Esta manga es demasiado larga, sin duda.

   Los puños de la camisa sobresaldrán dos centímetros por debajo de la manga de la chaqueta, ya que hay que tener en cuenta que la manga de la camisa cubre la muñeca en su totalidad y la chaqueta cubre sólo hasta la muñeca, el cuello también sobresaldrá un centímetro por debajo del cuello de la chaqueta.

   La corbata llegará hasta la hebilla del cinturón, ni más ni menos, y el nudo no podrá ser un bulto del tamaño de una manzana, pero tampoco un amasijo estrangulado. En cualquier caso, las puntas del nudo estará ocultas bajo el cuello de la camisa.

   Las mangas y escotes de los vestidos son de todo tipo y tamaño. Como norma general, en eventos de mañana los hombros se mantendrán cubiertos, y en eventos de tarde o noche, pueden no estarlo.

Corbata mal colocada, tanto en el cuello como por su longitud.

   Por último, los tocados en ningún caso podrán abarcar más espacio que el ancho de los hombros. Piénsese que durante el almuerzo la dama mantendrá su cabeza cubierta con la pamela o sombrero, y que no puede ser que invada el espacio aéreo de los comensales que tiene a ambos lados (que afortunadamente, según el protocolo, serán varones... porque imaginen, en caso contrario, la pugna entre pamelas), o si estos son más altos que ella, que golpee con su tocado las sienes de éstos.

   Por último, relacionado también con las medidas y tamaños, en todo momento ha de tenerse en cuenta la talla. Me refiero a la real, la verdadera, la que debemos usar. Puede que un pantalón no sea corto, sino que hay que tener presente que lo que aprieta y frunce en la cintura, se refleja inexorablemente a la altura del tobillo... y aunque un vestido sea precioso y elegante, cuando se adivina sin dificultad el tipo de ropa interior que llevamos, es que algo falla, y no podemos culpar al vestido. La talla de chaqueta es fácil de comprobar: si nos cuesta o nos es imposible cruzar los brazos, necesitamos una talla (al menos, una) más. Y la de camisa: entre el cuello -completamente abotonado- de la camisa y nuestro cuello debe caber nuestro índice La de falda y pantalón, también: si prevemos en nuestro futuro inmediato una apnea permanente, necesitamos una talla más.. Para zapatos, escotes, blusas, … habremos de estar a lo que nuestro criterio OBJETIVO nos dicte.

El personaje que Neil Patrick Harris interpreta en "Cómo conocí a vuestra madre"
es ejemplo de elegancia... siquiera en el vestir.


   En definitiva, no se trata de ir metro en ristre por las tiendas, ni hallar la mediatriz de la distancia que separa una articulación de otra, ni de encargar a un arquitecto un plano de nuestra figura... pero si podemos analizar en el espejo de un modo estético y elegante, poniendo en práctica estas pautas, si la indumentaria escogida está a la altura de nuestra distinción y de la solemnidad del evento al que queremos llevarla.

   Como siempre, en el medio está la virtud.

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