miércoles, 30 de noviembre de 2011

Valorando lo ancestral

   Una frase oída durante mi niñez ha vuelto hoy, como cada año, a mi mente: “Noviembre, dichoso mes, que empieza con Todos los Santos, y termina con San Andrés”. Me maravillo con la brevedad de estas frases, que son como consignas de nuestros antepasados y cuya eficacia es incuestionable.

   Los refranes y proverbios son, dentro de las costumbres y elementos de tradición, en este caso, oral, una verdadera fuente de asesoramiento e instrucción. Acaso ¿no es un fantástico consejo lo de “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, o una verdad utilísima que “Agua que no has de beber, déjala correr”?.

San Andrés de Teixido, santuario gallego de gran tradición popular.

   Además de esto, hay otra cosa que recuerdo hoy: San Andrés de Teixido, el famoso santuario de Cedeira (A Coruña) que, desde lo alto del acantilado, observa el océano envuelto en una hermosa leyenda. En resumen, ante la aflicción de San Andrés, viendo tanta peregrinación a Santiago de Compostela a visitar las reliquias de su compañero Apóstol, y que nadie se interesaba por visitar las suyas, le prometió Cristo que “todo el mundo habrá de peregrinar a San Andrés de Teixido, y que habrá de ir de muerto quien no hubiere ido de vivo”. Tengo que decir que yo ya cumplí... así que lo puedo tachar de la lista de cosas que hacer “post mortem”, supongo.

   Así, las tradiciones, ya revelan dos facetas: su sabiduría y ayuda en el aprendizaje de la naturaleza humana, y lo valiosas que pueden ser, incluso desde el punto de vista económico, comercial o turístico. ¿O no es precisamente la tradición la que hace que haya un río de gente cruzando España hasta llegar a Compostela, o la que hace que cada cuatro años un país sea anfitrión de las Olimpíadas, o que tomemos doce uvas en la medianoche del 31 de diciembre?.

Las uvas de Nochevieja, una tradición originalmente nuestra.

   Sin embargo, viendo la actualidad reciente, compruebo que sobre las tradiciones hay una gran incongruencia:

- Unas veces, se cumplen a rajatabla, como por ejemplo, la siesta. Hay personas que quitarles la horita de la siesta es como arrancarles una muela de cuajo. Un siestero, en principio, es una persona tradicional.

- Otras veces, no conviene cumplirlas, y se evitan, incluso. El impenitente siestero puede saltarse a la torera la tradición de tomar las uvas, porque no le gustan.

- Por último, se importan tradiciones que poco o nada tienen que ver con nuestra propia cultura... o lo que es peor, sustituimos las que tenemos por unas que nos son ajenas. En vez de reservar los disfraces para el Carnaval, el siestero los desempolva ya en octubre, y se rodea de calabazas y palabras indescifrables.

Santa enseñando a la Virgen María.

   En conclusión, nuestro país tiene tradiciones preciosas, ancestrales e históricamente justificadas, algunas de las cuales gozan incluso de prestigio internacional, que opino constituyen un patrimonio que debemos conservar. El término “tradición” procede de la voz latina “traditio”, que significa “entrega, transmisión”... es decir, es la enseñanza de la sabiduría, los conocimientos y la experiencia de nuestros antepasados, a los que hay que hacer caso porque, válgame nuevamente el refranero, “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Mafalda, creación de Quino, muy dada a proverbios más bien pesimistas.

   No se trata de vivir en el pasado (por desgracia, se vive demasiado en él, a juzgar por las noticias de estos días y por algunas leyes en vigor), ni de llevar a cabo todos y cada uno de los ritos arcaicos, sino de respetar esas máximas que nos han sido transmitidas, valorar las verdades que puedan contener, su peso histórico y la hermosura de su contenido.

   Como siempre, en el medio está virtud (otro proverbio antediluviano)

1 comentario:

  1. Y añado: se preocupan más de los muertos (Franco) que de los vivos (5 millones de parados)

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