lunes, 5 de septiembre de 2011

Y ahora yo... ¿qué llevo?

   En cuanto llega una invitación a nuestro nombre, automáticamente nuestro armario se abre en nuestra mente, mostrando las mil y una combinaciones posibles para nuestra indumentaria.

   Bien... tomemos aire... tomemos una tila, incluso, si el asunto llega a condición de angustia... y, como niños jugando al “¿Quién es quién?”, vayamos descartando. Porque una cosa está clara: no podemos llevar todo... salvo que seamos artistas o cantantes y vayamos a cambiar nueve veces de vestuario a lo largo de la velada.

   Pues bien, los criterios para ir desgranando y modelando el atuendo ideal son, a saber:

1º Etiqueta exigida. Lo primero que haremos será mirar si la propia invitación exige algún tipo de vestimenta. Si es una cena de gala y a los caballeros se les exige frac (o “white tie”), las damas llevarán traje largo. En caso de que así sea, ya tenemos mucho andado, pero si no, no desesperemos... todavía.

Miguel Bosé, de chaqué, en la boda de S.A.R. D. Felipe (2004)

2º Hora del evento. Si la celebración será a las 13'00 horas, quedan automáticamente descartados los vestidos largos, de noche, y viceversa. Si el acto es de noche, no será admisible el chaqué.

3º Tipo de evento. Hay reglas generales como que no es aconsejable vestir de blanco en una boda, pero también es un criterio muy útil ver quiénes son los asistentes y qué clase de evento es. No es lo mismo una ceremonia religiosa infantil (como una Comunión) que una entrega de premios, aunque las dos se hagan por la mañana.

4º Estación del año. Decía mi abuela materna, con toda razón, que “alguna ropa la impone el clima, pero otra la impone el nombre del mes. Nadie iría con sandalias en enero aunque haga calor y nadie llevaría abrigo de lana en agosto, aunque haga frío”. Hay colores o tejidos que no son adecuados para una época determinada.

Audrey Hepbrun, con vestido de noche en "Desayuno con diamantes" (1961)

5º Recomendación del anfitrión. Si nada de lo anterior esclarece nuestras dudas, lo mejor es llamar al anfitrión y preguntarle directamente. Él sabe mejor que nadie quiénes asisten, el tipo de acto de que se trata, y qué espera de la guisa de sus invitados.

   Si aún están entre dos opciones, un último consejo: menos es más. Es mejor pecar de sencillez que de todo lo contrario. Y aquí es muy importante mantenerse firmes, fieles a la elegancia, y desconfiar de modismos terribles o nuevas tradiciones que llevan a la gente a vestir de gala en bautizos o a llevar minifalda en recepciones nocturnas.

   Como siempre, en el medio está la virtud.

2 comentarios:

  1. CIERTO! el mes tambien impone su criterio!

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  2. Me encanta la foto de Audrey! Creo que ese desayuno en la acera, con ese café para llevar y ese vestido de Givenchy y esa música...es el mejor inicio de película de la historia. No se puede ser más elegante!!!!.
    Pili.

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