miércoles, 19 de octubre de 2011

El protocolo al servicio del “autohomenaje”.

   Imaginen una profesora dando clase. Sabe qué colores utilizar en la pizarra de modo que los estudiantes puedan leer lo que escriba en ella sin dejarse la vista en el intento. Incluso sabe que, alternando colores, la lección se convierte en más amena y más fácilmente asumible por los alumnos.

   Ahora imaginen a una responsable en protocolo decidiendo la ubicación de los asistentes a un acto. Sabe el puesto que ocupa cada uno con respecto a los demás, aplicando la precedencia. Incluso sabe quién debe estar sentado en mesa presidencial y quién en primera fila, y quién debe intervenir en el transcurso del acto y quién no debe tener turno de palabra.

   Cada una en su campo desempeña su trabajo de un modo profesional, atendiendo a los criterios de su oficio, a lo que ha aprendido al respecto (ya en la Facultad, ya de otros veteranos que guiaron sus prácticas, etc.) y buscando siempre un resultado satisfactorio del desempeño de sus funciones.

Acto de apertura del curso académico en el
Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid.

   Pero supongan que la profesora de repente asiste horrorizada a la instalación en su aula de una pizarra roja en la que sólo puede escribir con tiza blanca, o bien que por una circular del responsable de educación, sólo podrá haber folios azules para que los alumnos escriban, estudien y se examinen, y que esté prohibido el uso, siquiera enfático, de tinta roja.

   Uds. pensarán “¡Menuda bobada! Eso no se lo pueden hacer a una profesora”... y yo les diré... puede que no... a una profesora. Pero... ¿y a la responsable de protocolo? Les confieso que, por desgracia, los técnicos de protocolo tienen que luchar con eso todos los días.

   Quien se dedica al ceremonial en los eventos, comprueba para su desdicha que las reglas que ha estudiado y que incluso se consagran normativamente pueden resultar inaplicables según el interés político o económico que afecte al evento. Es verdaderamente frustrante que un profesional no pueda poner en práctica sus conocimientos y su destreza por el simple y llano motivo de que gobierne este partido en vez de aquel otro, o de que la subvención la concedió tal órgano en vez de tal otro, regidos por fuerzas políticas distintas.

   De hecho, los símbolos también cambian, y donde antes se ponía el sello o el emblema de la Alcaldía de un Municipio, hoy proliferan los casos de duplicación de sellos: el de la Alcaldía y el de la Tenencia de Alcaldía, haciendo notar que el Alcalde gobierna en coalición y que el Teniente de Alcalde es del partido aliado. 

Estatua de Isabel I y Cristóbal Colón, en Granada.

   Y otras veces, un acto que tendría que ser estrictamente académico regido por este específico ceremonial, en el cual estuviese previsto un puesto de honor para las autoridades políticas (que representan a las Administraciones que “de modo altruista” colaboran pecuniariamente con el centro educativo), se transforman en actos híbridos que acaban consistiendo en un adulador homenaje a las autoridades políticas bajo el disfraz de un evento académico.

   El propio protocolo de los eventos prevé ubicaciones específicas para reconocer estas especiales actitudes meritorias de colaboración o apoyo a una causa. Pero patrocinar no implica subrogarse en el papel del protagonista. Pese a que S.M. la Reina Isabel de Castilla sufragó el viaje, no por eso hay que olvidar que el verdadero descubridor de América fue Colón, ¿no es cierto?... pues igualmente ocurre en estos casos: si se está ocupando un puesto político o si se conceden cantidades de dinero a una institución o proyecto, evitemos actitudes imperativas, narcisistas o engreimientos que hagan olvidar la generosidad de una coalición política de respaldo a una candidatura más votada que la propia o de una aportación de medios o cuantías a una investigación o entidad.

   Si hacemos las cosas porque queremos, o porque nos conviene, o porque otro nos obliga, no importunemos por ello al beneficiario. Bastante agradecido estará y ya hará saber de nuestra colaboración a los que traten con él o asistan a sus eventos. De lo contrario, seríamos como esas personas grotescas y abofeteables que llegan a nuestra casa y hacen público inventario de las cosas que nos han regalado, delante de los demás invitados, sin darnos opción a que seamos nosotros quienes les honremos.

"Jura de Santa Gadea", por Amando Mendocal (1889)

   Y, aunque es sabido que el protocolo está muy politizado, no fomentemos esa utilización perniciosa de las normas del ceremonial para fines de hedonista complacencia de los cargos, ya que ocupan precisamente esos cargos gracias a, por y para otros: ¡nosotros!.

   Homenaje y gratitud, sí, sin duda, es lo propio, pero sin rizar el rizo, porque lo próximo será volver al juramento de vasallaje del Medievo... cosa bastante posible, por otra parte,... ¿acaso no dicen que la Historia es cíclica?.

   Como siempre, en el medio está la virtud.

2 comentarios:

  1. Buenos días.

    Ante todo, felicitarte por tu blog, que he encontrado casualmente y me parece de lo más original. Y además, me ofrece un rayo de esperanza...

    Verás, resulta que llevo días buscando en Internet cúal es la disposición idónea de los miembros de una mesa presidencial/ceremonial, así como el turno de palabra. He encontrado cosas que me han parecido muy curiosas respecto al protocolo, pero en ningún sitio la respuesta que ando buscando.

    Sé que es abusar de una confianza que aún no existe, pero, ¿podrías ayudarme tú en ese sentido?.

    Un saludo!

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  2. Muchas gracias por su amable comentario!

    Respondo de la manera más esclarecedora posible.
    Si el número de personas que ocupan la mesa presidencial es impar, el de mayor categoría (que ha ser el anfitrión o representante de la entidad organizadora, salvo que haya cedido este honor a un invitado ilustre o a un patrocinador, por ejemplo) es el que ocupa el puesto central. El segundo, el que ocupa el puesto a la izquierda de éste (desde el punto de vista del público), el tercero el que ocupa el puesto a la izquierda del primero.

    Digamos que viendo la mesa donde hay, por ejemplo, 5 personas, la importancia es así:

    --- 4 --- 2 --- 1 --- 3 --- 5 ---

    Si es número par, de los dos asientos centrales el de mayor importancia, que preside, es el del asiento central izquierdo, desde el punto de vista del público. Y el segundo, el del sitio central derecho. En una mesa de 6 personas, la importancia es como sigue:

    --- 5 --- 3 --- 1 --- 2 --- 4 --- 6 ---

    En cuanto al orden de intervenciones, el 1º en hablar es el que preside (1) para dar la bienvenida brevemete y ceder la palabra al siguien en intervenir. Se puede decidir que todos los que ocupan sitio en la mesa presidencial hablen, pero no es necesario, ni mucho menos.

    En cualquier caso, hablen todos o algunos, el orden de intervenciones es inverso a su puesto en la mesa. Ejemplo: en una mesa de 4 personas, donde todos hablan, los discursos siguen este orden:
    1 (bienvenida y cesión de palabra al 4)
    4
    3
    2
    1 (discurso de agradecimiento y clausura del evento)

    Espero haber solucionado la duda. De todos modos, me ha dado una idea para un nuevo artículo, que en breve publicaré, sobre este tema. GRACIAS!

    Atentamente.

    MFL

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