lunes, 10 de junio de 2013

La princesa y el banquero

   Este sábado 8 de junio tuvo lugar, a las 16:00 horas, en Estocolmo, el enlace de H.K.H. (siglas que significan "Hennes Kungliga Höghet", es decir, Su Alteza Real la princesa) Madeleine de Suecia con Mr. Christopher O'Neill, de nacionalidad americana. Pese a que por este matrimonio él pasaría a ser Príncipe y recibir tratamiento de Alteza Real, Mr. O'Neill ha optado por no ostentar este título, cuyas responsabilidades conexas interferirían en su trabajo.


   La víspera tuvo lugar la tradicional cena de bienvenida a los invitados a la boda, en el Grand Hotel de Estocolmo, ofrecida por "Deras Majestäter" (Sus Majestades los Reyes de Suecia). La etiqueta, como es habitual, consistió en esmóquin para caballeros y traje largo para señoras, sin tiaras ni condecoraciones.

Interior de la capilla del Palacio Real, y los regios asistentes.

   Al día siguiente, a partir de las 15:00 horas, los invitados empezaron a acceder a la capilla del Palacio Real, donde tuvo lugar el enlace celebrado según el rito luterano, oficiado por el Capellán Superior de la Corte Real, Reverendísimo Sr. Lars-Göran Lönnermark. Las invitadas (y ellos también), dejando ver el calor que reinaba en la capilla, se abanicaban con los misales... en vez de con abanicos, dado que no los llevaban. Me parece incomprensible que así haya sido, pero así fue.

Estocolmo, de fiesta.
   Las campanas empezaron a redoblar indicando lo imminente de la ceremonia, puesto que sólo restaba la presencia de los contrayentes. El novio,  como es lógico, fue el primero en entrar en la capilla, acompañado del padrino. Acto seguido, los niños que cantaron la pieza de entrada se fueron colocando a ambos lados del pasillo portando dos largas guirnaldas florales. Y a las 16:02 hicieron su entrada la novia, ataviada con un vestido nupcial obra del diseñador Valentino, y su padre el Rey Carlos Gustavo.


   Finalmente, la Princesa Madeleine no llevó la tiara de los camafeos, tradicional en los enlaces de la familia real sueca, como en el caso de su madre y su hermana. Encuentro que, teniendo una sobrina que además la adelanta en la línea de sucesión al trono, ha sido un bonito gesto dejar esa prerrogativa de lucir la Tiara de los Camafeos a la Princesa Estelle. Aunque quizás se ha debido a un criterio estético o de cualquier otra índole, más allá de estas cinjeturas. Sin duda, elegantísimo el peinado, aunque la guirnaldita floral que llevaba ante la tiara no me convenció, por catalogarla como un aderezo innecesario.

Altar y actuación de Marie Fredriksson.

  El novio, emocionado al borde de la lágrima durante los momentos iniciales de la ceremonia que se ofició en inglés, se fue relajando paulatinamente. La cantante de Roxette, Marie Fredriksson, amiga personal de la familia real, interpretó un canto para los novios. Posteriormente, la hermana de la novia y heredera al trono sueco, hizo la lectura en su idioma natal (aunque luego fue leída en inglés por la hermana del novio) mientras guardaba la compostura y aguantaba las ganas de reír cuando su hija protestó porque se había ido lejos de ella. Tras eso, y habiendo respondido a las prestación de consentimiento al matrimonio con sendos "I will" él y "Ja" ella (es decir, el preceptivo "Sí, quiero"), pronunciaron sus votos e intercambiaron los anillos. El cantante  Peter Jöback interpretó la balada "The first time ever I saw your face", y después el Capellán dirigió unas palabras a los novios, de las que destaco esta frase: "Preguntaos cada mañana: ¿Qué puedo hacer hoy por Madeleine? ¿Qué puedo hacer hoy por Christopher?"

Escalinata que lleva a la capilla y que los novios fueron los primeros en bajar tras la boda.

   Terminada la ceremonia, los recién casados salieron a saludar al pueblo de Suecia congregado ante el Palacio Real, y allí se dieron el esperado beso, mientras 25 salvas eran disparadas por el ejército sueco para celebrar el enlace, cuya duración no completó ni una hora. Lo bueno si breve...

La pareja iniciando su trayecto en carroza, y saludando a los ciudadanos presentes.

   Mientras los invitados, con los príncipes herederos daneses y Charlene de Mónaco en cabeza, abandonaban la capilla, todo se ultimaba para el viaje en carruaje real por un breve trayecto que la pareja recorrería desde el Palacio Real hasta Riddarholmen (Islote de los Caballeros, en sueco), en cuya iglesia  están enterrados los monarcas suecos.

  Los invitados empezaron a llegar ya a Riddarholmen, para embarcar ya en tres yates que los llevarían hasta Dottningholm, el palacio donde tendría lugar la cena ofrecida por los reyes para agasajarlos. Y en ese momento, comenzó el trayecto en carruaje, después de que la reina y resto de invitados reales se despidieran transitoriamente de la pareja. Tras el carruaje, viajó la caravana de seguridad con los Reyes de Suecia, los príncipes herederos, y demás miembros de la Familias Reales.

Los dos recorridos: en carruaje y en yate.

  Una vez llegados al embarcadero del islote, mientras embarcaban los novios la banda ejecutó la pieza "Love is in the air". El yate que trasladó por los canales a los novios, sus familias y los más ilustres invitados hasta Dottningholm se llamaba "Estocolmo". Muy apropiado. A estas alturas, ya el primero de los otros dos barcos con invitados estaba atracando en el embarcadero frente al Palacio de Dottningholm. A medida que desembarcaban, los invitados se iban colocando en la escalinata principal del palacio de Dottningholm, a la espera de hacer la foto de familia con los novios, tras lo cual, una vez llegado el último de los navíos y habiéndo recibido a los novios e inmortalizado el momento, entraron a disfrutar de la cena. 

Una banda de música tradicional precedió a los novios en su salida de la capilla,
y actores vestidos de época los recibieron ante el Palacio de Dottninghlom.

   La etiqueta para este día, frente a la de la noche previa, consistía en frac o uniforme de gala para ellos y vestido largo con tiara para ellas. En ambos casos, podían llevarse condecoraciones. A este respecto, era muy fácil distinguir a los miembros de la dinastía Bernadotte, porque llevaban bandas celestes, correspondientes a la sueca Orden de los Serafines. El Conde de Essex, el príncipe Eduardo, llevaba la banda perfectamente colocada: sujeta bajo la axila, no sobre el hombro. Sin embargo, las princesas Mette-Marit de Noruega y Mary de Dinamarca llevaban una gasa muy elegante pero que tapaba la banda de sus Grandes Cruces. Hubo invitadas que fueron de traje corto y tocado, pero como contrapunto positivo, los fotógrafos y perioditas que cubrieron el evento iban de traje. 

Dos instáneas: una solos ante el Palacio Real, recién casados, y otra
de familia ante el Palacio de Dottningholm, antes de comenzar la cena. 

   En definitiva, no se trató de un enlace real de máxima relevancia y pompa, en tanto que benjamina y no heredera al trono, pero fue una ocaisón perfecta para disfrutar de una ceremonia bien ejecutada (gustos aparte), y sobre todo, bien coordinada en cuanto a los desplazamientos para evitar aglomeraciones de invitados en el último momento.

   Como siempre, en el medio está la virtud.
Imágenes de la SVT




jueves, 30 de mayo de 2013

La gentileza heráldica de un monarca

   Hoy es 30 de mayo, festividad de San Fernando III, rey de Castilla y de León. Pero este soberano no fue sólo relevante a los ojos de la Iglesia por su conducta piadosa y fervorosa. Fue, según el juicio de la Historia, un muy buen rey. Incluso sus enemigos reconocieron su valía y lloraron su muerte, llegando incluso a acudir al sepelio una representación de los reinos moros que estaban en pugna por los territorios del sur de la península.

Sepulcro de Fernando III en la Catedral de Sevilla

   Pero lo que nos importa en este momento de este personaje es su aportación a la heráldica, en tanto que inventor del escudo cuartelado. Tradicionalmente, los reinos llevan las armas de su rey, y así cumplió también Fernando esta costumbre, tras heredar el trono de su madre, la reina Berenguela I de Castilla, en 1217, al que se unió en 1230, tras la muerte de su padre Alfonso IX, el de León. 





Escudo partido               Escudo cortado

Las partes coloreadas 
son las de mayor rango





   Como apunte meramente genealógico, diremos que su abuela materna fue Leonor de Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra. La hermana de su madre era Blanca de Castilla, reina consorte de Francia y madre de Luis IX, igualmente canonizado, como su primo hermano. Y por supuesto, no se puede olvidar que su hijo y sucesor fue el rey Alfonso X el Sabio.

Representación de Alfonso X el Sabio, ataviado con las armas de sus reinos

   A la hora de convertirse en rey de Castilla y posteriormente de León, la opción más lógica sería la de adoptar como armas un escudo partido o cortado con las armas de esos reinos. Así, en la primera partición o corte aparecería uno y en la segunda o segundo, otro, quedando muy clara la precedencia que el rey daba a uno de ellos. 
Escudo de armas cuartelado con las armas de Castilla y de León

   Sin embargo, en un alarde heráldico sin precedentes (y no es frase hecha, sino literal), Fernando III llegó a una conclusión: cuartelar el escudo, de modo que las armas se repetirían en diagonal quedando un reino en primer y último lugar, y el otro en segundo y tercero, respectivamente. Así, las armas del cuartel primero tendrían más precedencia que las segundas, pero también éstas y las terceras tendrían más que las últimas (las cuartas). Se equipara de este modo la importancia que el monarca da a sus dos reinos. Este emblema se aprecia todavía hoy en algunas condecoraciones militares y sellos, aunque se va sustituyendo por el escudo oficial de España.
Modelo antiguo de Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo

   Esta idea, a medida que sus sucesores fueron añadiendo más territorios bajo sus coronas, adoptando sus emblemas, fue creciendo y generando más y más cuarteles. Así, en el escudo de los Reyes Católicos aparecen representados las tierras de Castilla, León, Aragón y Dos-Sicilias.

Derroche heráldico del escudo del II Duque de Buckingham y Chandos

   El escudo con más divisiones, según el blog "Dibujo Heráldico" (cuya lectura recomiendo) cuenta con un total de 719 cuarteles. Sin duda, o se trata de un ejercicio sumo de respeto y reconocimiento a sus raíces, o es simplemente un caso de ostentanción de armas. En cualquier caso, lejano a la intención primigenia del monarca inventor de este sistema, al que quiero recordar hoy. 

   Como siempre, en el medio está la virtud.

Imágenes de Dibujo Heráldico, Todocolección y Foroxerbar




jueves, 23 de mayo de 2013

Paella de eventos

   Una cosa que me saca bastante de quicio es la facilidad que existe para confundir conceptos. A veces, es intencionado y hay motivos económicos, políticos o meramente de orgullo personal que lo provocan. Otras veces, se debe a un ligero y puntual "lapsus". Y por último, y más grave, quizás se trata de una confusión terminológica enquistada que suele derivar de una confusión del primer tipo: alguien intencionadamente confunde los términos por su interés y los demás le copian hasta que llega un momento en que nadie recuerda cómo era originariamente el asunto. 

   Al hilo del acertadísimo comentario de mi querida Belén Egea en "Protocolarte" sobre la diferencia entre protocolo y etiqueta, existe la necesidad, pienso yo, de establecer otras diferencias conceptuales en el mundo del protocolo y los eventos. Pondremos para ello como ejemplo de un evento público la preparación de una paella:


- Ingredientes: han de ser frescos y estar bien lavados, dispuestos a ser parte básica y elemental de este plato. Así, los invitados y protagonistas en un evento deben acudir al mismo con ganas y ataviados de un modo acorde a la solemnidad del mismo, para lo cual muchas veces basta con cumplir la etiqueta exigida en la invitación.

- Paellera y menaje: ha de estar a temperatura suficiente como para cocinar los ingredientes, y por supuesto, los utensilios serán los adecuados, y estarán limpios para manipular los alimentos higiénicamente. El escenario también ha de ser agradable, regulando bien temperatura, luminosidad, visibilidad, de modo que la comodidad de los invitados y partícipes del evento esté asegurada.

- Fuego: imprescindible que sea adecuado y repartido, ni que deje los ingredientes crudos, ni que los queme.  Los medios técnicos de un evento deben ser bien utilizados para que se consiga con ellos el resultado que se pretende y al que ayudan.



- Receta: establece los ingredientes que han de utilizarse, los tiempos de cocción, cuándo remover, cuándo añadir mas agua, ... La norma del ceremonial, ya sea escrita o consuetudinaria, o bien el cronograma del evento confeccionado con total creatividad o sobre una base de eventos anteriores, establece los pasos a seguir durante el mismo: quién habla antes de quién, en qué momento se intercambian los regalos o se entrega el diploma, cuándo empieza la actuación musical o la proyección de un vídeo, ...

- Arte culinario: es la norma que indica en qué orden se echan los ingredientes de modo que se mezclen mejor los sabores, si hay que ponerles más sal o no, cómo (no cuándo) ha de removerse para no aplastarlos o romperlos, o con qué tipo de cuchara es mejor remover. Así, el protocolo es el que determina el cómo, no el qué. Una vez decididos los invitados, el escenario, los protagonistas en mesa presidencial, los elementos que se usarán (banderas, himnos, ...) el protocolo da la nota de excelencia estableciendo qué sitio ocupan, qué tratamiento reciben, en qué orden entran o salen, de modo que el evento sea fluido, grácil, solemne. Es dar vida a la receta de modo que se obtenga el mejor sabor de la paella.

- Cocinero: es el que prepara la paella, valiéndose de todo lo que hemos dicho (ingredientes, receta, arte culinario, fuego, paellera, ...), y puede ser además el que invita a degustarla. El organizador del evento puede ser también el anfitrión y promotor, o no. 


- Vajilla: donde se sirve la paella para su degustación, debiendo estar los platos en perfecto estado, limpios y brillantes. En eventos para los que se busca repercusión, los medios de difusión han de ser correctamente utilizados, para evitar una mala publicidad del evento. 

- Comensales: personas que degustarán la paella y opinarán sobre su sabor, textura, preparación, calidad de ingredientes, punto de cocción, ... En este caso, el público al que se dirige un evento puede abarcar más allá del conjunto de invitados o asistentes, y se puede buscar que llegue a personas que no han participado pero sí quieren saber cómo ha ido (o está yendo, cuando sea posible el seguimiento en directo) el evento. 

- Paella: es el resultado final de lo preparado con los ingredientes, usando el fuego, la paellera y los utensilios, siguiendo la receta y demostrando el arte culinario que uno tiene, que será preparado por el cocinero y degustado por los comensales. El evento, pues, es el compendio de todo lo anterior, el objetivo que se busca y, al igual que la paella se hace para comerla, el evento se hace para transmitir un mensaje, y ha de disfrutarse paladeando ese mensaje, para hacerlo más atractivo e interesante (la importancia del mensaje, como en la "mili", se le supone)


   Pues bien... igual que nadie mezclaría volitivamente los conceptos "paellera" y "receta", o "ingredientes" y "arte culinario", o "comensal" y "fuego", espero que dejen de mezclarse, a su vez, los conceptos "ceremonial" y "protocolo", "precedencia" y "etiqueta", "eventos" y "público".

   Aunque repito: muchas veces estas confusiones terminológicas se hacen voluntaria y conscientemente, con fines comerciales. Como dijo muy acertadamente la Profesora Doctora Doña María Teresa Otero, "si hago un curso de urbanidad se matriculan menos que si pongo "curso de protocolo social", que queda más bonito... pero está mal dicho". Así que les deseo mucha presencia de espíritu para enfrentarse a esta triste realidad en que los propios títulos que se ofrecen no siempre son lo que parecen, y sepan distinguir al verdadero protocolista del mero mercader. 

   Como siempre, en el medio está la virtud. 

Imágenes de Wikipedia.org  





martes, 14 de mayo de 2013

Breve reflexión sobre la formación


   Estamos en una etapa donde todo el sistema educativo se especializa, a veces, demasiado. Es decir, así como en Estados Unidos un traumatólogo es una eminencia en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades o disfunciones óseas pero no le pidas que te recete algo para la acidez de estómago porque no tendrá ni la más remota idea, veo que en el mundo de los estudios de protocolo en nuestro país, se está repitiendo este patrón, pero  peor: se está centrando tanto la gente en la organización de eventos que se está dando de lado al protocolo en sí.


  Charlando con una compañera sobre el tratamiento aplicable a una autoridad nombrada por el Parlamento de Galicia, descubrí que se había llegado a la conclusión de que no era pertinente el tratamiento de Excelentísimo Señor, sino el de Señor seguido del cargo que ostenta. Los argumentos para tal afirmación eran las nuevas normas de transparencia y buenas prácticas (tan comunes hoy día y tan ridículas e insustanciales, a mi modo de ver) que determinan que los altos cargos del ejecutivo dejen de conllevar un tratamiento más allá del de Señor o Señora. Así, se esgrimían la Orden APU/516/2005 y la Lei 4/2006 (y no, no hay falta de ortografía, puesto que en gallego no existe la "y"), ambas versantes sobre este tema supuestamente gentil y humilde de la transparencia en los tratamientos. Pues bien, he aquí lo que se defendía en un primer momento: aunque la Orden Ministerial no es superior a la Ley, en el caso de Galicia sí que hay Ley y entonces este alto cargo tiene tratamiento de Señor y ya.

Mesa del Parlamento de Galicia y la vidriera obra de Isaac Díaz Pardo

   ¡ERROR! Por esto es TAN importante que la formación en protocolo tenga una buena base jurídica, y es que nadie, ni siquiera el experto en protocolo que asesoró a mi compañera, se había mirado el ámbito de aplicación de la Lei 4/2006, que comprende sólo a los miembros del ejecutivo gallego, administración de Galicia y entidades dependientes de ambos. Es decir, afecta a autoridades nombradas por el Presidente de la Xunta, los Conselleiros, etc. pero NO a autoridades cuyo nombramiento dependa de otros órganos o premisas: Parlamento, Poder Judicial, Administración Local, ...

Imagotipo del Parlamento de Galicia


   Una vez acalarado este error de bulto, dado que la autoridad de que hablamos es, recordemos, nombrada y elegida en el Parlamento gallego, quedó patente ya que el tratamiento correcto es Su Excelencia, y que apeárselo sería un acto ilegal. Menos mal que había alguien jurista alrededor, ¿eh?. Hay que decir que mi compañera, en un ejercicio de humildad y confianza, no protestó mi explicación, lo cual le agradezco.


   Obviamente, no quiero con esto decir que las plazas de protocolo deban estar cubiertas por juristas (cosa que, por otra parte, venía siendo así), pero sí que no es tan fiero el león como lo pintan, ni todo el monte es orégano, ni es oro todo lo que reluce. En resumidas cuentas, que la profesionalidad en el protocolo (y en cualquier faceta de la vida, francamente), deriva no sólo de una formación que se llame así, sino en las ganas y celo a la hora de desempeñar el trabajo. Y no estaría de más una revisión de los planes de estudio del Grado en Protocolo, porque... no me queda a mí muy claro cómo se está enfocando, a la vista de la pifia que se iba a cometer. 

   Como siempre, en el medio está la virtud.

Imágenes de Internet.



jueves, 2 de mayo de 2013

La reina ha abdicado... ¡viva el rey!

   El 30 de abril llevaba 33 años siendo "El día de la Reina" en los Países Bajos, pero esta vez se convirtió en el día provisional del nuevo rey. A partir del año que viene, se celebrará el 27 de abril, cumpleaños de Guillermo Alejandro. De hecho, el 30 de abril era el cumpleaños de la Reina Juliana, pero cuando Beatriz fue investida del poder real, quiso respetar esa fecha en homenaje a su madre, en vez de celebrarlo en su cumpleaños, el 31 de enero.

Su Majestad firma el acta de abdicación y pasa a ser Su ALteza Real

   En la Sala de Moisés del Palacio Real de Ámsterdam, a las 10 de la mañana  hicieron su entrada la todavía reina y los todavía príncipes de los Países Bajos. Las autoridades que harían de testigos de la abdicación de Su Majestad Beatriz ya estaban allí, alrededor de la mesa de reunión, en pie, esperando a las reales personas. Tras el saludo a todos y cada uno de ellos, y una vez tomado asiento, el Director del Gabinete de la soberana, Chris Breedveld, leyó el Acta de Abdicación, reflejando todos los efectos que ésta tendría, como la automática conversión de Guillermo Alejandro en “Zijne Majesteit de Koning” (Su Majestad el Rey) y de Beatriz en “Hare Koninklijke Hoogheid de Prinses” (Su Alteza Real la Princesa), y más textualmente, “Princesa de los Países Bajos, de Orange-Nassau, etc., etc., etc.” (así, repetido tres veces, en alusión a los demás títulos que ostenta Beatriz, que están inactivos y se han conservado en forma masculina)

Los dos saludos: el primero cuando Beatriz anuncia su abdicación,
y el segundo tras ser presentado del nuevo rey, con la heredera y sus hermanas.

   La Reina Beatriz, con un redoble de campanas de fondo para conmemorar este momento, firmó el Acta, seguida de su hijo, su nuera, el Primer Ministro holandés Mark Rutte y demás cargos que ejercían de fedatarios. El último en firmar, fue el propio Breedveld, quien a renglón seguido la presentó a verificación de la princesa y los reyes, por este orden, y se procedió a izar el pabellón con el emblema del nuevo rey. Con este gesto se comunicaba la efectiva abdicación de la Reina Beatriz y la asunción por su hijo del título de Rey de los Países Bajos, así como la aparición de una nueva Princesa de Orange, la hija primogénita de Guillermo Alejandro, Catalina Amelia.

Imagen de la alfombra que unía el Palacio Real con la Neuwe Krek,
donde tuvo lugar la investidura de poder real. 

La Princesa Beatriz y los Reyes Guillermo Alejandro y Máxima salieron al balcón del Palacio Real, donde la madre anunció su abdicación y presentó a sus súbditos al nuevo Rey Willem-Alexander, quien ha decidido no reinar con el nombre de Guillermo IV, sino usando el nombre compuesto. La Reina Máxima sostuvo la mano de su suegra mientras el rey agradecía profundamente su buena labor como reina. Finalmente, Su Alteza Real Beatriz de los Países Bajos se retiró del balcón y la Princesa de Orange y heredera al trono, la princesa Catalina Amelia, y sus hermanas, las princesas Alexia y Ariane, hicieron acto de presencia en la balconada, desde la que saludaron a la concurrencia junto a sus padres. Como dato curioso, los vestidos amarillos de las princesas están firmados por la casa gallega de moda infantil “Pili Carrera”.

Sillones dorados de 1901, y mesa de credencia con la corona y el orbe.

   Alrededor de las 13:30, empezaron a llegar los príncipes representantes de las Casas Reales reinantes a la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk), situada junto al Palacio Real, también en la Plaza de Dam, y se procedió por parte del Presidente del Senado, Fred de Graaf, a la lectura del Acta de apertura de la Sesión Conjunta de los Estados Generales, en cuyo seno se procedería al juramento del Rey y su investidura del poder real. Poco más tarde, salieron del Palacio Real en dirección al templo las hijas de los Reyes, seguidas de la Princesa Beatriz y la Princesa Mabel, nuera de aquélla en tanto que esposa de su segundo hijo, el Príncipe Johan Friso (que está en coma tras haber sido sepultado por un alud de nieve en 2012). Al ocupar sus asientos, ya se comprobó cómo la precedencia no es la misma, e incluso la Princesa Catalina Amelia se sitúa ahora en un puesto anterior al de su abuela Beatriz.

La Princesa de Orange, ya con mayor precedencia
que su abuela, la Princesa Beatriz de los Países Bajos

Poco antes de las 14:00, salieron del Palacio los Reyes en dirección a la Iglesia Nueva, que es escenario de las investiduras de poder real de los monarcas holandeses desde la de Guillermo I, en 1815. Durante este paseo, se dispararon salvas cada cinco segundos desde la orilla del río Ij. El rey no iba de uniforme, sino de frac, y ataviado con el manto de armiño que usaron ya su madre y su abuela la Reina Juliana, en sus respectivas investiduras. La reina, con un elegante vestido azul con capa a juego y tocada con una hermosa tiara de diamantes y zafiros, hizo el paseo con gran solemnidad y gravedad, como requería la situación. A su llegada al templo, precedidos del estandarte real y las banderas de los Orange, se anunció que entraba “El Rey”, y éste y su mujer se aproximaron al altar entre fanfarrias, para tomar asiento en unos sillones dorados con el emblema de los Orange-Nassau, que datan de 1901. Frente a ellos, las regalías sobre la mesa de credencia, vestida con un mantel de terciopelo púrpura y dorado: la corona, el orbe, la espada, el cetro, el estandarte real y además un ejemplar de la Constitución holandesa y otro del Estatuto del Reino.

Entre estas dos imágenes hay una diferencia de 33 años exactos.
Juramento de la Reina Beatriz (junto al Príncipe Klaus) y del
Rey Guillermo Alejandro (junto a la Reina Máxima), respectivamente.

Tras entonarse el himno nacional, el rey empezó su discurso hablando de la democracia y de la monarquía parlamentaria, para luego homenajear la labor de Beatriz como reina y como madre. A estas palabras siguió una larga ovación a la hasta ese día Reina Beatriz. Finalizado el discurso, se procedió al juramento por parte del Rey, y la declaración de investidura, por parte del Sr. Graaf. Tras el juramento de los miembros de los Estados Generales, se avisó a los presentes en la plaza que el rey había sido investido, y se procedió a los tres “hurras” en respuesta al grito “Viva el Rey”. Con esto, se inició nuevamente la salida de los reyes hacia el Palacio, donde se ofrecería una recepción a los invitados a la investidura. Cuando las princesas Catalina Amelia, Alexia, Ariadna, Beatriz y Mabel hubieron abandonado también el templo, el Presidente del Senado indicó que se levantaba la sesión y dio el preceptivo golpe de mazo para así confirmarlo.

Los Reyes de los Países Bajos, con sus hijas, a bordo del bote real que los llevó por el río Ij.

Por último, el Ayuntamiento de Ámsterdam regaló a los nuevos Reyes una travesía por el río Ij. A bordo del bote real viajaban los reyes y sus tres hijas. El rey vestía esmóquin y la reina un vestido de noche blanco y granate. El recorrido pasó por delante del parque Oever, e hizo varias paradas para asistir a actuaciones, entre otras, del pinchadiscos Armin van Buuren, complementando “El bolero de Ravel” que interpretaba la Orquesta de Amsterdam, hasta llegar al auditorio Muziekgebouw (Edificio de la Música), en cuyo interior se celebró una cena de gala que puso fin a los fastos de la investidura del poder real de Su Majestad Guillermo Alejandro de los Países Bajos. Antes de entrar, los barcos hicieron sonar sus sirenas y unos aviones F16 dibujaron en el aire la bandera holandesa, en homenaje al nuevo Rey.


Los colores de los Orange-Nassau, el azul y el naranja,
muy presentes durante toda la jornada, hasta en el enmoquetado del embarcadero.

Innegables la solemnidad y la organización de estas ceremonias holandesas, que tienen lugar justo 33 años después de la última vez. Ocasión para el recuerdo del fallecido Príncipe Klaus, esposo de Beatriz, aunque no así de la familia de la Reina Máxima, primera argentina en convertirse en reina consorte.

Como siempre, en el medio está la virtud.

Imágenes de TVE y de Hola




martes, 30 de abril de 2013

La última cena... como Reina

   Por tercera vez consecutiva, el trono de los Países Bajos es cedido en vez de heredado. Guillermina abdicó en favor de su hija Juliana, y ésta lo hizo en favor de su hija Beatriz. Hoy cumple con esta tradición la propia Beatriz. Deja de ser reina y vuelve a ser princesa, deja de ser Majestad y vuelve a ser Alteza, como lo había sido ya antes de ascender al trono. Pero en todos estos pormenores entraremos cuando se haya cumplido el trámite.

Su Majestad Beatriz, durante el anuncio de su inminente abdicación

   Ahora nos ocuparemos de la primera parada de esta ceremonia en tres actos (o cuatro, si contamos el paseo en bote por los canales de Amsterdam). Como es ya costumbre en los eventos de gran relevancia, la noche anterior a la gran cita se ofrece una cena de gala a los invitados y asistentes de mayor alcurnia. Y este caso no ha sido excepción. 

Museo Nacional, en Amsterdam, en cuyo interior tuvo lugar la cena de gala


   En la hermosa y soberbia galería interior del Rijksmuseum, el Museo Nacional sito en la capital holandesa, se han concitado representantes de instituciones de los Países Bajos y Argentina, de la Unión Europea, y, como no podía ser de otra manera, de las casas reales. No hay que olvidar que se trata de la última cena de Su Majestad Beatriz como Jefa de Estado, y también de Su Alteza Real Guillermo Alejandro como Príncipe de Orange, es decir, heredero.

Interior de la galería, y final de la mesa en T

   Para la ocasión, la etiqueta masculina exigía esmóquin (o black tie) y la femenina vestido largo, como acto nocturno que era, y los invitados cumplieron estos requisitos de indumentaria.

La Reina, flanqueada por los Príncipes de Orange, a su llegada al Rijksmuseum
   En cuanto al banquete en sí, se optó por una mesa en T, como es costumbre en las monarquías del norte de Europa. La mesa presidencial, decorada con un ornamento floral un tanto excesivo (hasta el punto de que, en palabras de la profesora y protocolista María de la Serna, se hizo de menos a la fantástica pieza pictórica de Rembrandt que destacaba tras la reina), estuvo ocupada por la reina Beatriz, teniendo a su derecha el Príncipe de Orange y a su izquierda al Primer Ministro holandés Mark Rutte. A continuación, los príncipes herederos de las dinastías marroquí, noruega, sueca, danesa, belga, luxemburguesa, etc. 

Mesa presidencial, con la fabulosa obra "Noche de Ronda" (de Rembrandt) detrás.

   Y con el fin de esta cena, en cuyo transcurso la reina Beatriz pronunció su último discurso como monarca dirigido a todos los neerlandeses y televisado en directo, se inician ya los fastos para el cambio efectivo en la jefatura de Estado holandés. Así, aunque luego hablemos de las ceremonias más institucionales y de sus repercusiones oficiales y protocolarias, no dejamos de lado esta despedida de, por ahora, "Hare Majesteit" Beatriz de los Países Bajos. 

Tres ejemplos de las parejas asistentes: los príncipes herederos de
Luxemburgo, Noruega y Brunei. Sarah de Brunei, de hecho,
vestida con los colores azul y naranja, del escudo Orange-Nassau.

   Como siempre, en el medio está la virtud.

   Imágenes de Hola




miércoles, 17 de abril de 2013

El férreo adiós

   Una vez más, la ciudad de Londres ha sido centro del protocolo, con ocasión esta vez del funeral ceremonial por la Baronesa Lady Margaret Thatcher, fallecida el 8 de abril. Su Graciosa Majestad Isabel II autorizó la celebración de un funeral de iguales características y solemnidades que los que fueran ya preparados para su madre y para su ex-nuera, Lady Diana Spencer. El funeral ceremonial se distingue del de Estado (reservado para los soberanos británicos) en que el carro es tirado por caballos en vez de por militares. 

El féretro, antes de abandonar la Capilla de Santa María de Westminster

   La ceremonia de exequias constó de tres fases: primero, traslado del cadáver en coche fúnebre desde Westminster a la Iglesia de St. Clement Danes; después, procesión desde dicha Iglesia hasta la Catedral de San Pablo, trasladado el ataúd en carro de cañón tirado por caballos; finalmente, oficio religioso en la Catedral. 

El coche fúnebre, instantes antes de iniciar la marcha hacia la Iglesia de St. Clement Danes

   Tras haber pasado la noche en la capilla de Sta. María, en Westminster, el féretro de Lady Thatcher, sobre el cual reposaba la Union Jack -la bandera del Reno Unido- y un centro de rosas y peonías blancas, fue introducido a las 11 en punto (10 de la mañana, hora local londinense) en el coche fúnebre que lo llevaría en breve recorrido hasta la Iglesia de Sr. Clement Danes, templo principal de la Fuerza Aérea del Ejército Británico. En el recorrido, pasó ante la residencia oficial de los Primeros Ministros de Gran Bretaña, el número 10 de Downing Street. 

Durante las preces, en el interior de St. Clement Danes

   Al mismo tiempo que se iniciaba esta marcha, los invitados empezaban a entrar en la Catedral de San Pablo, a la espera del comienzo del servicio religioso. Entre los invitados al funeral, destacaban Tony Blair, Dick Cheney, Dame Shirley Bassey, Lord Lloyd-Webber (y su mujer), Sir Michael Caine, o la Duquesa de York, Sarah Ferguson.

Muchos invitados ejercieron la prerrogativa de portar sus condecoraciones

   La etiqueta exigida era la siguiente: 
- Hombres: traje oscuro, chaqué (chaleco y corbata negros) o uniforme sin espada. 
- Mujeres: traje corto con sombrero. 
La invitación indicaba, además, "Medals and Decorations may be worn" , es decir: pueden llevarse condecoraciones. 

Catafalco en St. Clement Danes

   Una vez colocado el féretro sobre un catafalco ubicado en el centro de la nave de St. Clement Danes, se rezaron preces por la Baronesa Thatcher, hasta que, a las 11:30 (10:30 en Londres) fue llevada hasta el carro de cañón, que aguardaba ya frente al templo. La escolta que flanqueaba el carro, formada por los portadores del ataúd, se cubrió justo antes de iniciar el cortejo solemne hacia la Catedral de San Pablo. Durante dicho cortejo, la Honorable Compañía de Artillería lanzó una salva frente a la Torre de Londres por cada minuto que duró esta procesión. 

Inicio del cortejo fúnebre dirección a la Catedral de San Pablo

   De los últimos en entrar a San Pablo, el obispo de Londres y el Arzobispo de Canterbury. Luego, lo hizo la familia de Lady Thatcher. Sólo faltaban, pues, la Reina y el Duque de Edimburgo, quienes llegaron en coche oficial a las 11:45, como estaba previsto. Es la primera vez que Su Graciosa Majestad asiste a un funeral por un ex-Primer Ministro desde el de Sir W.Churchill en 1965.

El alcalde de Londres recibe a Isabel II a su llegada a la Catedral

   La Reina y el Duque de Edimburgo fueron recibidos a pie de escalinata por el Alcalde de Londres, y entraron en la Catedral precedidos también por éste, que portaba además la "Mourning Sword" (espada ceremonial de luto). Acto seguido, ocuparon su sitio en primera fila, a la izquierda del altar, al revés de lo que habría pasado aquí (donde Sus Majestades se sientan a la derecha del altar)

La Reina accediendo a la Catedral tras el Alcalde de Londres, portador
de la espada ceremonial de luto (mourning sword)

   Al llegar el cortejo fúnebre a la Catedral, y estando el féretro ya en el interior del templo, se cerraron las puertas de la Catedral. Los asistentes se pusieron en pie mientras el féretro era portado hacia el altar. Comenzaba el servicio religioso, figurando dos cojines, con la insignia de la Orden de la Jarretera y la Orden de Mérito que ostentaba Lady Thatcher, colocados en el altar de la bóveda.

Cada minuto que duró el cortejo hasta la Catedral,
una salva fue disparada ante la Torre de Londres

   Hubo dos lecturas. La primera, soberbiamente leída por Amanda, nieta de Lady Thatcher, que se la sabía casi de memoria y entonó francamente bien. La segunda lectura, más breve,  estuvo a cargo del Primer Ministro, David Cameron.

Cerradas ya las puertas de la Catedral, los restos mortales
de la ex-Primera Ministra fueron conducidos hasta el altar del templo

   El sermón pronunciado desde el púlpito por "Right Reverend"  Richard Chartres, obispo de Londres, consiguió que la concurrencia riese con algunas anécdotas. Las oraciones fueron leídas por representantes de confesiones similares: la anglicana, católica, metodista y americana. 

Interior de la Catedral, visto desde el altar

   El Arzobispo de Canterbury impartió la bendición. Recuérdese que el Arzobispo de Canterbury era, después del Duque de Edimburgo, la persona con mayor precedencia presente en las exequias, puesto que ocupa en el ordenamiento de precedencias, el primer puesto tras los primos del soberano.

El obispo de Londres, desde el púlpito, en pleno sermón

   Dos eclesiásticos portaron los cojines con las condecoraciones de Lady Thatcher, dando comienzo a la proceisón de salida, mientras Su Graciosa Majestad observa la retirada del féretro de la ex-Primera Ministra, al finalizar el funeral. Los restos de Lady Thatcher abandonaron la Catedral seguidos de su familia, y cerrando la comitiva la Reina y su marido. 

Isabel II presencia cómo el féretro abandona ya la Catedral

   Los miembros de la familia Thatcher presenciaron cómo se introducía el féretro en el coche fúnebre y cómo los cojines con las condecoraciones eran acolados al féretro. Ellos, de chaqué con chaleco y corbata negras, atuendo de mayor gala de los permitidos hoy. Ellas, de riguroso luto y con sombrero, como exigía la etiqueta. 

El Primer Ministro, David Cameron, durante el servicio religioso

   La Reina abandonó el umbral de la Catedral y se acercó a la familia de Lady Thatcher. Tras unos instantes con ellos, se fue la Reina como vino: en coche oficial y acompañada de su marido. Como manda el protocolo, entró ella primero en el coche. Después, la familia de Lady Thatcher abandonaba en caravana la Catedral de San Pablo. Por último, los invitados (algunos de ellos, francamente mal vestidos) abandonaron la Catedral de San Pablo, terminando así la ceremonia por completo.

Plano general del interior de la Catedral

   Posteriormente, hubo dos recepciones: una que ofreció el Ministerio de Exteriores para los invitados y representantes extranjeros, y otra en el Ayuntamiento para la familia y allegados de Lady Thatcher y personalidades de Reino Unido presentes en las exequias. A ambas recepciones asistirían la familia Thatcher, el Primer Ministro y otros Ministros.

Uno de los momentos del desfile

   Sin perjuicio de que se pueda estar más o menos de acuerdo con la vida y obra de Lady Thatcher, es innegable que un funeral de esta envergadura es un espectáculo fascinante y una forma excelente de comprobar hasta qué punto se puede controlar un evento.

   Como siempre, en el medio está la virtud. 


                                Imágenes de la BBC