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domingo, 10 de abril de 2016

Paso a paso de una parada militar

   Resulta que los Lunes Santos hay una tradición en Lugo que cuenta ya con más medio siglo de antigüedad: la Armada acompaña a la Virgen de la Esperanza en su procesión por las calles de la ciudad amurallada. Cuando se constituyó la Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza de Lugo, decidieron nombrar Hermano Mayor Honorario a la Armada Española. Desde entonces, una unidad de honores de Infantería de Marina venida del Arsenal de Ferrol acompaña, pues, cada Semana Santa a esta imagen, convirtiéndola en la procesión insignia de todas las de Lugo.

   Por esto, cada Lunes Santo a las 12 del mediodía, la corporación municipal de Lugo recibe a la Marina y ésta desfila ante el Ayuntamiento, edificio que data del siglo XIV, aunque luce su actual aspecto desde la reforma de 1735, pasando a ser una joya del barroco civil en Galicia. Este año, el tiempo acompañó y se pudo disfrutar de un formidable desfile presidido por Su Excelencia el Vicealmirante José Francisco Javier Romero Caramelo, Almirante Jefe del Arsenal Militar de Ferrol, y perfectamente organizado (como siempre pasa con los militares y los eclesiásticos, las cosas como son). En el desfile participó también la enseña nacional, lo que tiene su importancia, como ahora veremos. 


   Se considera que los poderes civiles tienen mayor precedencia que los militares, en tanto que electos. Por eso los primeros en llegar a la plaza fueron los miembros de la unidad de honores, después el Almirante Jefe, luego los concejales lucenses y, por último, Su Excelencia Doña Lara Méndez, la Alcaldesa de Lugo. En mi opinión, los concejales deberían haber llegado después de los marinos y estar ya esperando al Almirante Jefe, y así se habría dado una alternancia equitativa entre rangos: menor militar, menor municipal, máximo militar y máximo municipal. Pero del modo en que se hizo se consiguió que los concejales fueran presentados por la Alcaldesa al Almirante Jefe, lo cual resultó estéticamente apropiado.

   Paso a paso, esto es lo que pasó:


Llega la unidad. Se ve el podio desde donde Alcaldesa y Almirante Jefe presidirán el desfile

Todos en formación. Llega el Almirante Jefe.

El Almirante Jefe recibe honores de ordenanza:
fanfarria y saludo del estandarte, que él devuelve

El Almirante Jefe pasa revista a la tropa.

Mientras la corporación lucense sale a la plaza, el Almirante recibe bastón de mando.

Tras haberle presentado a los concejales, la Alcaldesa ocupa podio junto al Almirante Jefe,
teniendo ella el puesto de honor dentro de la presidencia.

Llega la bandera nacional, siendo recibida por estandartes en alto y arma presentada.

Mientras la bandera ocupa su lugar de preeminencia, el Almirante Jefe la saluda.

Honores a la bandera: himno nacional en versión larga, arma presentada,
estandartes en alto y saludo del Almirante Jefe.

Dos oficiales llevan una corona en homenaje a los caídos hasta una cruz
que está al otro lado de la plaza, al son de "La muerte no es el final".

La Alcaldesa y el Almirante Jefe se dirigen hasta la cruz, toman la corona y la depositan a su pie mientras los estandartes se cruzan sobre ellos, durante la oración del Capellán Castrense.

Justo en el mismo segundo en que acababa el toque de oración,
con precisión insuperable, hubo una descarga de fusilería para honrar a los caídos.

Finalizado el homenaje a los caídos, presidencia y estandartes recuperan su puesto.

Cuando ya ha llegado a su puesto el último estandarte,
la banda toca el "Himno de la Armada", que toda la tropa canta.

La bandera nacional se dispone a retirarse, y volverá a recibir honores.

La bandera abandona la plaza al son del himno nacional, recibiendo el saludo del Almirante Jefe,
estando los estandartes en alto, y las armas presentadas.

Un saludo a Alcaldesa y Almirante Jefe pone fin al acto.

La tropa se ha desplazado al fondo de la plaza para hacer su desfile de retirada,
y podemos ver la precedencia de las autoridades: a la derecha del podio (con menos precedencia) hay miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza y Oficiales de Infantería de Marina; a la izquierda (mayor precedencia) está la corporación local de Lugo.

Desfile de retirada, con saludo a Alcaldesa y Almirante Jefe, quien devuelve el saludo.
Horas más tarde, pasarán por esa misma plaza en la procesión de la Esperanza.

El Almirante Jefe coloca una gorra sobre un cojín de terciopelo verde,
a los pies de la Virgen de la Esperanza.

La Virgen de la Esperanza, escoltada por el piquete de honor, a punto de retirarse.
Como despedida, la tropa le cantará la "Salve Marinera", momento álgido de la procesión.

   La precisión, la eficiacia y la profesionalidad con la que los miembros de Infantería de Marina de Ferrol llevan a cabo estos actos en Lugo sirven para poner aun más en valor, si cabe, el hermanamiento que une a las dos urbes desde 1906. Y a mí me hacen desear que los actos civiles se tomen tan en serio como lo hacen ellos. Sé, no obstante, que los poderes políticos no tienen ese respeto por el ceremonial, y hay que ir asumiéndolo, por más triste y desalentador que sea. No obstante, ya que hablamos de la Virgen de la Esperanza, permítanme que no pierda la esperanza de ver un día al protocolo en el puesto que merece por lo útil que resulta para transmitir mensajes a la sociedad, la dignidad que confiere a todo lo que toca y lo necesario que es para que los intervinientes de un acto lo disfruten cómodamente y sin agobios.

   Como siempre, en el medio está la virtud.