domingo, 5 de febrero de 2012

La Misa en colores

   Hoy es un día especial y diferente, y como homenaje a cierta persona muy querida por mí, procedo a exponer uno de los aspectos más formales, más plásticos y estéticos del ceremonial religioso: el color.

   Hay colores que influyen en la vestimenta de calle de los clérigos y que vienen determinados por la jerarquía y que afecta al cíngulo o fajín, la esclavina o muceta, la capa, los guantes y el solideo (bonete que cubre la coronilla): púrpura los Obispos y Arzobispos, rojo los Cardenales y blanco el Papa (no sólo el cíngulo y el solideo, sino toda la vestimenta).

Un cardenal y un obispo se saludan.

   Pero los colores también varían de cara a la vestimenta litúrgica, sobre todo en lo que a estolas, dalmáticas y casullas se refiere (no así el alba, que siempre es blanca). El primer elemento que ayuda a comprender los entresijos de estas normas específicas de protocolo es el llamado “año litúrgico”, que se computa mediante dos sistemas concomitantes: Ciclo Temporal (es decir, división del año según las etapas religiosas: Adviento, Cuaresma, etc.) y Ciclo Santoral (atendiendo a las distintas festividades individuales). Tanto uno como otro influyen en la vestimenta de los ministros que ofician la liturgia, y así, a grandes rasgos, los colores que a cada uno corresponden son:

Verde: es el color proporcionalmente más usado, porque se corresponde con el llamado Tiempo Ordinario. Se podría decir que es el color comodín: si no hay que usar ninguno de los otros, se usa el verde.

Blanco: empleado para celebrar las fiestas más importantes del año: Navidad (que abarca desde el 25 de diciembre hasta el domingo posterior a Reyes), Pascua (desde el Domingo de Resurrección hasta la fiesta de Corpus), Jueves Santo, Todos los Santos (1 de noviembre), o fiesta de Cristo Rey (fecha de fin del año litúrgico, que se celebra el domingo anterior al primero de Adviento, en noviembre)

Morado: su tono luctuoso es el apropiado para celebrar los momentos de espera antes de las dos grandes fechas, en los períodos de Adviento (desde el domingo posterior a Cristo Rey hasta el 25 de diciembre) y Cuaresma (desde el Miércoles de Ceniza, después del Carnaval, hasta el Miércoles Santo), así como en los funerales y demás  misas por un difunto.

Rojo: el color de la sangre es, lógicamente, el indicado para conmemorar a los mártires. También se usa en Domingo de Ramos (inicio de la Semana Santa), Viernes Santo, Pentecostés (séptimo domingo siguiente al de Resurrección) y en los funerales por Papas y Cardenales.

Negro: muy en desuso, sólo se utiliza para la celebración de la Misa de Fieles Difuntos (2 de noviembre).
Rosa: de la mezcla de morado y blanco aparece este color que se puede utilizar en los domingos de Gaudete (tercer domingo de Adviento) y de Laetare (cuarto domingo de Cuaresma), como pequeño regocijo en medio de los tiempos previos a Navidad y Ramos, respectivamente.

Azul: España goza de privilegio para utilizar este color en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) y en otras festividades importantes de la Virgen María.
 
   Así pues, sin necesidad de memorizar los distintos tramos del año litúrgico, ni saberse de memoria el Martiriologio Romano, con sólo ver el color de las ropas de un clérigo, podremos saber más o menos de qué trata la celebración. Aunque no seamos unos fervorosos devotos, ni siquiera creyentes, manejar estos datos puede sacarnos de un aprieto o ayudarnos en algún momento. Además, el saber no ocupa lugar.

   Como siempre, en el medio está la virtud.



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