sábado, 15 de noviembre de 2014

Como las cariátides.

   Bien conocido es mi amor por el protocolo, el ceremonial, la etiqueta y las buenas maneras. Siempre opinaré que son formas de simplificar y armonizar las relaciones entre personas e instituciones, en contra de lo que paradójicamente se piensa por norma general. Así pues, en vez de verlos con algo engorroso, constituyente de obstáculo o freno, más bien destacaría su extraordinaria habilidad para dar fluidez, para hacer todo más eficaz, más rápido y, de hecho, menos problemático. En realidad, el problema está precisamente cuando no se usan, o, sobre todo, cuando se usan mal (igualmente conocido es mi desprecio al empleo y manipulación politizados o mercantilistas de estas fascinantes herramientas).

Pórtico de las Cariátides. Templo de Erecteion o Erecteón.

   Pensando en estos temas, he llegado a la conclusión de que para mí todas estas artes son como las cariátides, esas hermosas y gráciles estatuas que figuran, entre otros y por excelencia, en el templo de Erecteion (en griego Ἐρέχθειον), en la Acrópolis de Atenas. Y cuatro son los puntos de conexión que destaco, toda vez que las cariátides son:

- Ejemplarizantes: las estatuas se erigieron como recuerdo de la suerte que corrían los enemigos de Atenas, ya que las mujeres que habitaban la ciudad de Cariátide (aliada de los persas) fueron hechas esclavas y representadas como columnas, soportando la carga del templo construido en honor de Atenea, Poseidón y el mítico rey ateniense Erecteo. Así, el protocolo y demás sirven de ejemplo de solemnidad y dignidad cuando se emplean correctamente, y de canal por donde siguen vivas y con sentido la tradición y la cultura social.

Cariátides originales, cinco de ellas, en el Museo de la Acrópolis de Atenas.
La sexta y última está en British Museum de Londres.

- Embellecedoras: sin duda el pórtico del templo podría haber sido sostenido por columnas jónicas normales y corrientes, y habría estado perfecto. Pero, al fin y al cabo, las cariátides lo dotan de distinción, de belleza, lo hacen más regio e impresionante. También la etiqueta y demás hacen que un acto sea más bonito, que se disfrute más que una mera fría sucesión de actuaciones de los intervinientes, y que todos los congregados luzcan más guapos y elegantes, que todo ayuda.

- Útiles: son estatuas, pero no son meramente decorativas, sino que realmente cargan un peso y mantienen en pie parte del templo, en tanto que columnas que son. Cumplen su función en igual medida que las demás columnas implicadas en las otras partes del templo. Del mismo modo, el ceremonial y demás evitan dudas y retrasos en el desarrollo de un acto, habiéndose previsto llegadas, saludos, las partes de la ceremonia y el paso de unas a otras sin dejar espacios de vacío, el uso de símbolos oficiales o de otro tipo, las despedidas y el cierre, y se transmite mejor el mensaje del acto con ello.

Los atlantes o telamones son los "maridos" de las cariátides.
Éstos están en el Nuevo Ermitage de San Petersburgo.

- Sólidas: aguantan el paso del tiempo con la misma verticalidad, función y belleza. Su fuerza no disminuye por cansancio, aunque haya que hacer pequeñas reparaciones o labores de mantenimiento para evitar desperfectos o que pierdan su vigor. Las buenas maneras y demás son igualmente firmes y duraderas, pese a las adaptaciones que haya que hacer por los cambios que trae el devenir. La tan cacareada flexibilidad del protocolo es cierta en este sentido, pero no ha de exagerarse de modo que cada uno pueda hacer lo que le venga en gana so pretexto de dicha flexibilidad, no sea que se nos fisure la cariátide de tanto querer doblarla.

Cariátides en el Pabellón Richelieu. Museo del Louvre.

   Si algo milenario como una cariátide ha podido resistir manteniendo su ejemplo, belleza, utilidad y solidez, pregunto: ¿es esperanzador y justo que pensemos que el protocolo, ceremonial, etiqueta y buenas maneras volverán a ser objeto de respeto y acogimiento, de admiración y pasmo por parte de todos, al igual que los son aquéllas ante los incontables turistas que pisan Grecia cada año?. Espero que así sea, que se vuelvan a tener estas artes en lo que valen, sin fanatismos, y sin ser utilizadas como armas arrojadizas, porque ello resultaría igual de deplorable que derribar sin sentido una sola de esas cariátides.

   Como siempre, en el medio está la virtud.

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